Don Paco

Como se lee en la esquela que hizo saltar mi corazón: Un piloto no muere, vuela más alto. Vuela más alto, vuela en paz, apreciado Don Paco.

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08 August 2016

Mi corazón se saltó un latido por culpa de la esquela de un  ex-TACA compañero. Retrocedí un cuarto de siglo, reviviendo la película de su vida grabada en mi memoria. ¡Maldito cáncer! A Nicho López le faltaban muchos abriles por cumplir.

Además de capitán de aviones comerciales, Nicho con gusto aceptaba el llamado de productoras  audiovisuales para modelar en comerciales de televisión.  Es que por su abundante mostachón, ojos expresivos y sincera carcajada, tenía el perfil y personalidad  ideal para representar a un salvadoreño chero de todos.

Con mayor agrado, aceptó el llamado cuando se enteró de que el comercial a filmar era de su querida TACA, cuyo objetivo, por medio de la historia de un desubicado Don Paco, era contrastar la frialdad de una aerolínea gringa con la calidez de la que era nuestra.

En medio de dos gringotes ensacados, en la cola del mostrador de Pan American, Don Paco se cuestionaba “¿qué estoy haciendo aquí? A la par, en la cola de TACA, los Rodríguez, con todo y guitarra, se burlaban: “Hey Paco, ¿con que haciéndote el importante?”.

 Corte —y vemos a Paco abordar el 767 de TACA (alias la Tuncona), junto a sus cheros.  Corte— y vemos a Paco cómodamente sentado, cuando la amable Margarita le ofrece un whisky.  “Pero hay que pagar”, dice Paco.  “No, en TACA es gratis, igual que el cine y la música”, sonríe Margarita, en lo que le sirve un whisky triple. “Siéntase más salvadoreño volando con TACA”, invitaba el locutor.

Paco se posicionó en las mentes y corazones de los hermanos lejanos, a tal grado que le pedían su autógrafo cuando tenían la suerte de encontrárselo en los pasillos del aeropuerto de Los Ángeles.  Asimismo Don Paco, junto a la guara, fue el héroe de la carroza de TACA en el desfile del 15 de septiembre, en el Boulevard Wilshire.

En aquellos entonces, era raro que los capitanes se dirigieran a sus pasajeros por el micrófono del avión.  No para Paco, quien siempre les daba la bienvenida de una forma campechana y sincera, y les hacía agua la boca, al describir las ostritas, el manguito verde, las pupusitas y el calorcito que pronto iban a disfrutar.

Además de héroe de nuestros hermanos lejanos, Don Paco – junto al capitán Carlos Dárdano, fue declarado “héroe de Luisiana” luego de que salvaron a sus pasajeros al aterrizar, sin motores, un Boeing 737-300 nuevecito.

Los aviones pueden aterrizar con un motor, pero no sin los dos; salvo milagro de por medio. Eso fue lo que sucedió el día de María Auxiliadora de 1988.  El vuelo TA110, en su ruta desde El Salvador hacia New Orleans, atraviesa una tormenta de granizo, se apagan ambos motores, desaparece del radar, y en picada  43 toneladas a 500 metros por minuto. ¡Hasta los ateos comenzaron a rezar!

A 1,800 metros de altura, logran restablecer comunicación con la torre y darle start a las turbinas.  La euforia de Don Paco y mi tocayo no duró, pues tuvieron que apagarlas,  ya que se recalentaron a punto de incendio.

Con 3 minutos para tocar tierra, la torre los dirige a una pista secundaria, a 7 millas de distancia, imposible de llegar. Plan B, la autopista interestatal. Plan C, acuatizaje sobre el río Mississippi.

 En lo que evaluaban las fatales opciones, y los pasajeros se preparaban para el fin de su existencia terrenal, aparece una planicie a la par del río, los héroes corrigen rumbo, y colocan el avión sano y salvo tal si fuese mantequilla.

Lágrimas de emoción, aplausos de admiración  e inmediata evacuación,  vía toboganes, como lo dicta el manual. Una hazaña aérea nunca antes vista. ¡Bendita sea María!

También nunca antes visto que un pasajero (el amor de la tía More) rompiera la regla, evacuando la nave con sus dos litros de whisky de la tienda libre.  Elixir que calmó los nervios de los 38 milagrosos sobrevivientes de New Orleans, quienes el 24 de mayo de 1988 volvieron a nacer.

Como se lee en la esquela que hizo saltar mi corazón: Un piloto no muere, vuela más alto. 

Vuela  más alto, vuela en paz, apreciado Don Paco.
 

*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com