¿Por qué no progresa El Salvador?

Somos los ciudadanos quienes hemos aceptado ser parte de este juego al caer en el tribalismo y la confrontación estéril que las élites políticas promueven.

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11 August 2016

La política salvadoreña está atascada en el pasado. Sobre ella reinan ideologías desfasadas que responden a conflictos geopolíticos obsoletos. Visiones ideológicas que sobre simplifican la realidad humana. Que ofrecen soluciones anacrónicas y simplistas a los problemas complejos de nuestro presente. Que generan conflictos en nuestra sociedad que solo benefician a aquellos que se privilegian del poder político.
 
En El Salvador nada cambiará hasta que los ciudadanos dejemos de servir de títeres a las élites políticas que luchan por mantener su poder. Somos los ciudadanos quienes hemos aceptado ser parte de este juego al caer en el tribalismo y la confrontación estéril que las élites políticas promueven en este gran circo que es la política salvadoreña. 

 Nos vestimos de banderas, cantamos himnos de guerra, lanzamos dedos acusatorios y contra acusatorios, defendiendo ciegamente a nuestra tribu, siendo partes todos de un gran reality show que nos hartamos en televisión y prensa todos los días. ¿Para qué? ¿Con qué fin? ¿Para que sean unos o sean los otros los que mamen de la teta del Estado?

 La ciudadanía ha sido privada de sus derechos. El sistema está amañado a favor de aquellos que por demasiado tiempo han llevado las riendas de nuestra patria. Es tiempo que los ciudadanos retomemos el control sobre nuestras vidas y sobre nuestro país.

 Para hacerlo, primero debemos librarnos de las cadenas ideológicas que aprisionan a nuestras mentes. Debemos trascender las telarañas mentales y construir una nueva visión ideológica. Una verdadera ideología ciudadana que ponga primero nuestros derechos y luche frontalmente contra los privilegios y la corrupción de las élites de poder.

 El Salvador no progresa porque el sistema político está estructurado para privilegiar a las minorías que logren controlar el aparato estatal. Porque el sistema incentiva así la confrontación y la lucha constante por el poder. Y porque nosotros, los ciudadanos, ciegamente aceptamos ser marionetas en dicha lucha. Si seguimos jugando el mismo juego, nada cambiará, y El Salvador nunca progresará.

 ¿Quién dice que debemos seguir jugando bajo las mismas reglas que han normado el juego político hasta hoy? ¿Quién dice que las cosas se tienen que seguir haciendo de la forma que se han venido haciendo? Nosotros mismos caemos en la trampa de venerar las cosas como son por el simple hecho de que así han sido. Es tiempo que rompamos los moldes ideológicos y políticos que se han establecido y perpetuado en nuestro país. 

 ¿A quién le debemos lealtad más que a nosotros mismos como ciudadanos? ¿Por qué debemos seguir dividiéndonos según los colores y las etiquetas que se establecieron en el pasado? ¿Por qué seguirle rindiendo culto al tribalismo de nuestros partidos políticos? Es tiempo que aquellos que creemos en la libertad, en los derechos ciudadanos, en la dignidad del ser humano, en el potencial creativo del individuo, en la tolerancia y la aceptación y, ante todo, en nosotros mismos, construyamos una nueva identidad. 

 Ser político o pertenecer a un partido no es pecado. Por el contrario, la participación política es de suma importancia, y los partidos uno de sus vehículos principales. A lo que debemos renunciar es la tribalismo partidario, a las ideologías anacrónicas y a la ciega confrontación que promueven las élites que hoy por hoy controlan el poder. Reconozcamos que los partidos y la política solo son vehículos. Lo que importa es lo que cada uno de nosotros cree y hace como individuo.
 
 Seamos artífices de esta nueva Ideología Ciudadana. Trascendamos las divisiones del pasado. Unamos nuestras voces en la lucha, no por el poder, sino por el respeto a nuestros derechos. Démonos cuenta del poder que tenemos como individuos. Del poder de nuestras voces y nuestras plumas. Del poder de nuestro ejemplo. Si de esta forma construimos una verdadera cultura ciudadana, pronto los cimientos de las estructuras de poder actuales se empezarán a derrumbar.
 


*Colaborador de El Diario de Hoy
@RodrigoMolinaR