La herencia típicamente ha estudiado las características que son transmitidas de padres a hijos, pero su estudio se ha ampliado a la transferencia de características que incluyen a los abuelos las cuales pueden ser manifestadas no solamente en los padres, sino también en los nietos. Como tal, como las otras ramas de la medicina, difícilmente es una ciencia exacta. Más aún, en este sentido ha llamado la atención el hecho que gemelos idénticos, es decir aquellos que nacen con las mismas características físicas pues comparten genes semejantes, en ocasiones no sean completamente idénticos.
Por ejemplo, se conocen casos en donde uno termina siendo obeso y el otro delgado, uno se vuelve calvo y el otro mantiene abundante cabellera, uno llega a adolecer de cáncer y el otro es completamente sano. La pregunta que los científicos se hacen con estos gemelos es: ¿Cómo es posible que teniendo el mismo material genético, pueden ser tan diferentes? O la pregunta aplicada a la medicina ¿cómo siendo tan similares pueden tener enfermedades tan diferentes?
Esto ha hecho que se desarrolle una nueva ciencia dentro de la genética, esta es la “epigenética” del prefijo en latín “epi” que significa “sobre o más allá de”, es decir más allá de la genética o por encima de la genética o de la herencia.
Entonces la epigenética es la ciencia que intenta explicar cómo los seres vivos manifestamos algunas características heredables mientras silenciamos o suprimimos otras, lo que puede llevarnos a la susceptibilidad de desarrollar o no determinadas enfermedades. Esta rama de la ciencia se ha vuelto extremadamente importante pues nos permite reconocer que la última palabra no la tienen los genes sino que con las modificaciones en el estilo de vida que nos lleven a tener una vida más sana, algunas realidades pueden ser cambiadas, por ejemplo: si los padres y abuelos han sufrido de cáncer o diabetes, los hijos y los nietos de ellos podrían alterar el curso de la enfermedad si hacen cambios en la nutrición y el ejercicio. De la misma manera los hábitos saludables que tengamos serán de beneficio no solamente nuestro sino también para nuestros hijos y quizá nuestros nietos.
Aun cuando tenemos muchos estudios en esta área, los especialistas de esta rama de la medicina no se habían puesto de acuerdo en cuáles eran los determinantes de hasta qué punto estamos preprogramados para que nuestros genes actuaran o para que seamos moldeados por el medio ambiente. En lo que sí había acuerdo es que las vivencias y emociones favorecen los cambios epigenéticos. A principio de este año el doctor Eric Nestler, de la Escuela de Medicina Mont Sinaí en Nueva York, publicó que el estrés crónico en el área psicológica y social modifican la forma en que los genes se expresan en nuestras vidas y tienen el potencial de generar enfermedades en nosotros e incluso pueden ser transmitida esa predisposición a nuestros descendientes. Con esta nueva información tenemos la obligación de modificar los factores que causan estrés no solamente para vivir mejor sino que también para que nuestros descendientes tengan una vida larga y sana.
*Médico y colaborador de El Diario de Hoy.