¿Por qué es importante hablar de ARENA?

El presidencialismo partidario debe terminar en ARENA. No estamos para caudillos. Vivimos en el siglo XXI en donde las instituciones, empresas y países más exitosos son dirigidos por equipos de trabajo.

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12 August 2016

Algunos de los más influyentes columnistas han escrito sobre las próximas elecciones internas del partido ARENA. Pero no solo se escribe sobre el partido tricolor, también se habla al respecto en entrevistas de medios pláticas de casa, peluquería o supermercado.

Ni el FMLN ni ARENA son lo que fueron. El primero no es ni la caricatura de sí mismo. No tiene un proyecto ideológico. Lo que sí tiene es un proyecto de poder. 

De su ideal socialista lo único que le queda es un discurso desfasado. La mayoría de sus dirigentes son hombres de negocios.

Eso no es malo. Lo criticable es haberse convertido en millonario con fondos venezolanos o aprovechándose de tener el control del Estado. Ellos no atacan a la “oligarquía”, o a la ANEP por ideología. No. Los atacan porque son la competencia. 

La izquierda actual, habla, eso sí, en defensa de los pobres y ataca a la “derecha oligárquica”, pero he aquí la paradoja: no hacen nada por sacar a nadie de la pobreza y ellos mismos imitan en sus ropas, comidas y viajes a los más prominentes miembros de la oligarquía.

El FMLN ya no es un partido socialista y menos comunista. Es simplemente populista. Y hay que decir que esa plaga, el populismo, le ha hecho un tremendo daño a nuestros países. Poco a poco ese discurso de que hay débiles porque hay poderosos, que aquel no tiene porque el otro si, ha creado un falso sentimiento de indefensión, de baja autoestima, de no creerse capaz de nada. 

Y es entonces cuando el populista aparece regalando cosas, casi siempre minucias y pálidos programas sociales que no crean oportunidades de superación real para nadie, pero sí un fuerte sentimiento de dependencia de los gobiernos y, lo peor, desidia para el aprendizaje, el emprendimiento y un profundo rencor por aquellos, que por méritos propios salen adelante en la vida.

Hay dos Américas. La del norte, Canadá y Estados Unidos, y la del sur, de México para abajo. Una es exitosa en todo y la otra es fracasada en todo. Para entender este fenómeno recomiendo la lectura del libro “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” de Carlos Rangel. Allí se comprende mejor el daño que hace el populismo.

El hecho es que bajo los tres gobiernos populistas, que hemos tenido, El Salvador, además de pertenecer por razones históricas, a una región subdesarrollada, estamos más arruinados que nunca. No es posible esperar un milagro económico, generación de empleos, atracción de inversión extranjera con gobiernos que ni siquiera tienen un plan definido, equipos de gobiernos capaces y menos con presidentes o mal formados académicamente o con una pobre inteligencia emocional. O ambas a la vez.

ARENA tiene en esto una gran ventaja. Puede formar excelentes equipos de gobierno con hombres y mujeres preparados en las mejores universidades del mundo. Si para dirigir con éxito una empresa se necesita cierta preparación académica, no digamos para dirigir un país. ARENA ya no debe caer en la tentación de buscar al candidato popular para ganar como sea una elección.

El candidato, no importa si se conoce o no, debe tener las cualificaciones para ser un buen presidente. Lo de la candidatura lo resuelve una buena campaña. Ya ARENA pagó un precio muy caro llevando el error de escoger a alguien “popular”. Pero para ello ARENA primero tiene que arreglar la casa. Escoger una dirigencia capaz, no solo hay que pensar en un buen presidente del partido.

El presidencialismo partidario debe terminar en ARENA. No estamos para caudillos. Vivimos en el siglo XXI en donde, si bien siempre son necesarios los liderazgos personales, las instituciones, empresas y países más exitosos son dirigidos por equipos de trabajo.

ARENA tampoco es ahora lo que fue. Poco va quedando de su anticomunismo cerril. Cada vez, con todo y que no esté bien en las encuestas, es el más moderno de nuestros partidos y, como dijo alguien, nos guste o no nos guste, es la única esperanza para salir del hoyo.

Por eso ARENA no puede darse el lujo del canibalismo, de “si no quedo yo” me enojo y me voy. ARENA, en última instancia no puede perder las cruciales dos elecciones que tenemos ya casi a la vuelta de la esquina. Es una cuestión de país. Por eso es importante hablar de ARENA.
    
*Columnista de El Diario de Hoy