En los últimos periodos, a la Federación Salvadoreña de Fútbol le ha faltado apostar por procesos. En lo que llevo en el periodismo deportivo (2004), salvo Carlos De los Cobos, ningún técnico en Selección Mayor gozó de continuidad real para poder establecer su trabajo de una manera adecuada.
Ahora, muchos periodistas deportivos aplauden lo que a gritos en redes reclamaban, que dejaran trabajar a Eduardo Lara, que no lo despidieran después de alcanzar, con apenas un triunfo, el puesto del que nunca se ha pasado en Copa Oro, los cuartos de final.
El problema pasa por preguntarnos: ¿qué se espera con Lara? No existe respuesta alguna concreta porque no hay una planificación previa. El Comité Ejecutivo pretende que sea el entrenador el que elabore un proyecto para los próximos meses, cuando ese plan específico debería basarse en tratar de responder necesidades puntuales de un plan mayor que debería tener la Fesfut.
Uno real, uno que no ha existido, que contemple a la institución como una empresa, con visión, misión y objetivos bien definidos a corto, mediano y largo plazo. Aquí puede venir Mourinho y nada cambiará mientras no se planifique bien, mientras, como ocurre en casi la mayoría de áreas en el país, se improvise en el camino.