Cuarenta y cuatro forajidos

Son muchos los movimientos cívicos que se encargarán de mantener fresca, en la mente de los votantes, la desvergüenza con que estos políticos han actuado. Ahora sí vamos a procurar que sus rostros sean ampliamente recordados.

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Por Mirna Navarrete

25 July 2017

La desfachatez legislativa exhibida en la plenaria del martes 18 de julio es una muestra fehaciente del halo de impunidad con el que se creen protegidos nuestros diputados. Quienes quieren robarse las pensiones de los trabajadores salvadoreños confabularon con otros dos grupos delincuenciales —los que están siendo investigados por la Sección de Probidad y aquellos que justifican los cambios de camiseta partidaria— y entre los tres fraguaron un triple golpe al país: elevaron en 5 % el techo de los fondos de pensiones a los que el Ejecutivo puede meter mano, le extrajeron los incisivos a la Ley de Extinción de Dominio y definieron que el transfuguismo es una mala práctica que debe ser repudiada pero solo a partir de marzo de este año, no antes.

El cinismo de la fracción entera del FMLN es algo a lo que nos tienen ampulosamente habituados. Ya ni esconden que para alcanzar el poder total están dispuestos a hacer lo que sea, incluyendo la protección a los peores corruptos. (¿Qué haces, Salvador Arias, que no has empezado a escribir el “manual” correspondiente a tu partido?).

Como ya ha ocurrido antes, al oficialismo unieron sus votos casi todos los diputados de GANA —con la honrosa excepción de Francis Zablah—, dos legisladores del PCN que tenían intereses clarísimos en las reformas y una señora de ARENA que necesitaba consolidar el transfuguismo de su compañero de vida, un cuestionado alcalde de Ahuachapán. Y entre estos 44 forajidos —la némesis histórica de aquellos otros 44 que desde Santa Ana, en 1894, enfrentaron la tiranía de los Ezeta— tramaron una de las plenarias más indecentes que hayamos visto desde los Acuerdos de Paz.

Tampoco ARENA se portó, dicho sea de paso, a la altura de las circunstancias. Pudiendo haber hecho de aquel “combo” una plataforma —al menos retórica— que canalizara la justa indignación ciudadana, los diputados opositores se limitaron al desdén, que es la actitud que lleva a alguien a abstenerse de apoyar algo que debería rechazar son absoluta y palmaria contundencia. ¡Vaya error infantil!

Un grupo de abogados debería promover una moción para incluir en el Código Penal figuras delictivas como las que vimos aflorar en la plenaria del 18J: atropellamientos al proceso de formación de ley, diputados que votan por reformas que les favorecen directamente, pisoteo de líneas jurisprudenciales de orden constitucional, burdos intercambios de favores políticos y, para colmo, atreverse a dar declaraciones posteriores —como las del señor Guadalupe Vázquez, de GANA— en las que se admite haber actuado con plena conciencia del beneficio que se otorga a todos los corruptos, sin distingos partidarios. ¡Una obscenidad!

Para tanta infamia se vuelven necesarios castigos proporcionales en nuestro marco legal. Pero mientras eso se consigue, los inermes ciudadanos tenemos todavía un recurso que podemos blandir delante de los cínicos e inescrupulosos: nuestro masivo y categórico repudio en las urnas.

La gran apuesta de los diputados que “en julio adelantaron su agosto”, digámoslo claro, se encuentra en la desmemoria de los votantes. Saben que una gran parte de la población no entiende los alcances de sus triquiñuelas y que, en todo caso, pasados algunos meses pocos recuerdan qué hicieron o dejaron de hacer esos señores que llegan a pedirle el voto con una sonrisa de oreja a oreja. “Hola, mi nombre es Fulano de Tal y vengo a este barrio con una banda de música y dulcitos para los niños, todo para que recuerde mi rostro y pueda marcarlo el próximo 4 de marzo. Lo hará, ¿verdad? Mi casilla es la 17. No lo olvide”.

Esta vez, sin embargo, son muchos los movimientos cívicos que se encargarán de mantener fresca, en la mente de los votantes, la desvergüenza con que estos políticos han actuado. Ahora sí vamos a procurar que sus rostros sean ampliamente recordados, para que quienes aún quieran votar por ellos, al menos sepan a qué clase de vandalismo se atienen.

 

*Escritor y columnista de El Diario de Hoy