Los salvadoreños nos hemos vuelto escépticos suspicaces. Nuestro entorno nos ha vuelto así. Hemos desarrollado, con el pasar del tiempo, una aguda capacidad para olfatear cuando los políticos están tramando algo y tratan de fabricar las condiciones óptimas, con mentiras y manipulaciones, que les permitan encubrir o justificar sus verdaderas intenciones. El descaro con el que actúan algunos es tal que a veces me hace dudar si en realidad han mejorado nuestras habilidades para detectar este tipo de situaciones, o si los políticos ya no le ponen tanto esfuerzo a esconder sus picardías, porque estimaron que no es necesario hacerlo para salirse con la suya.
Independientemente de cuál sea el caso, lo cierto es que ahora no nos tragamos sus mentiras con tanta facilidad como hace algún tiempo. El fanatismo partidario y la idolatría de dirigentes políticos, común durante los momentos más oscuros del conflicto armado, poco a poco se va reduciendo a pequeños grupos de personas que optan por la comodidad y el falso sentimiento de seguridad que conlleva confiar ciegamente en un autoproclamado salvador. La mayoría está favoreciendo la incomodidad e incertidumbre de pensar de forma crítica, cuestionando todo lo que no nos parezca y exigirle a quienes pretenden representarnos que sus actuaciones vayan acorde a nuestros intereses, los intereses de la mayoría.
Esta es una evolución que los salvadoreños necesitamos experimentar para asegurar nuestra sobrevivencia. Solo así lograremos avanzar. Rendir pleitesía ilimitada y guardar lealtad ciega a partidos y dirigentes políticos sustrae del poder al ciudadano común y corriente para entregárselo a las cúpulas partidarias, acostumbradas a mover sus piezas solo para satisfacer sus propios intereses. Solo con nuestra evolución colectiva para convertirnos en una sociedad crítica y exigente asegurará la extinción de los malos políticos, dirigentes y funcionarios que buscan lucrarse a costa de los salvadoreños.
Es esperanzador ver cómo, durante las últimas semanas, la ciudadanía ha presentado síntomas que sugieren que esta evolución ha empezado. Es difícil que quienes quieren evitarla, logren ahora contenerla. Esto significa que la extinción de quienes tienen secuestrado al país está próxima. Es necesario denunciar todas las atrocidades, negligencias y picardías que cometen los burócratas y políticos para alimentar este proceso. Cada debate sobre este tipo de situaciones ventilado en la palestra pública agrega a miles de personas a la evolución colectiva de nuestra sociedad.
La ciudadanía está consciente de esto. El escepticismo y los cuestionamientos tienen más resonancia que nunca. Esta semana, por ejemplo, muchos empezaron a cuestionar a funcionarios y dirigentes oficialistas por un posible acuerdo electoral con las pandillas. En el contexto de este debate, en las redes sociales circularon imágenes de un documento en el que el director general de la Policía, Howard Cotto, ordenó la desarticulación de la Fuerza de Intervención y Recuperación de Territorio (FIRT) y otras iniciativas de corte similar, que han constituido uno de los ejes centrales de la estrategia represiva del Gobierno. Usuarios manejados presuntamente por personal policial, sugirieron que esta medida era sospechosa, considerando que se da en el marco de un incremento en la cantidad de homicidios perpetrados en contra de policías y sus familiares.
Durante una entrevista, este martes, Cotto aseguró que la desarticulación de esa estrategia operativa se da porque las tareas que contemplaba serán retomadas por las secciones tácticas operativas de las dependencias territoriales, ahora supuestamente renovadas. Los cuestionamientos ante esta justificación fueron instantáneos. Muchos señalaron que esto era poco probable, considerando el amor que Cotto tiene por las cámaras. Si se tratara de una innovadora estrategia, bastantes aseguraron, Cotto no hubiese perdido la oportunidad para salir anunciándolo en los medios.
Así como este hay muchos otros ejemplos que sugieren que la evolución de la sociedad salvadoreña ha empezado. Todos tenemos que contribuir a que se fortalezca y que su ritmo se acelere. Nuestra evolución implica la extinción de los malos políticos y funcionarios.
*Criminólogo
@_carlos_ponce