Literatura del Absurdo para leer en agosto

El teatro del absurdo de Samuel Beckett influenció a, por lo menos, dos escritores salvadoreños, Walter Béneke y Álvaro Menéndez Leal.

descripción de la imagen

Por

13 August 2016

El arte del absurdo es aquel que se opone a la razón, el carente de sentido, el disparatado. Si bien hubo en diferentes épocas el culto al absurdo, por ejemplo, “El Jardín de las delicias”, del pintor Jerónimo Bosch (El Bosco); la sátira, “Gargantúa y Pantaugruel” del monje renacentista, Rabelais, el género alcanza su mayor expresión con los dadaístas, un movimiento francés que surge entre 1916 y 1920. Se basa en la irracionalidad pura, en el azar, mientras, en su búsqueda de más originales formas de expresión artística, rechaza todo concepto estético conocido. Según algunos autores el nombre proviene de la voz infantil “da-dá”, que los bebés aplican a todo, sin que signifique algo para nadie.
Un poema dadaísta podía lograrse cortando las palabras de un periódico que luego se lanzaban al aire para formar con ellas hileras de versos en el orden en que habían caído. De igual manera utilizaban los “cadáveres exquisitos”, consistentes en versos escritos por varias personas que, en sucesión, escribían una línea de verso que se ocultaba al próximo participante, doblando el papel, hasta consolidar un poema que, una vez extendida la hoja, se leía a los circunstantes. Más tarde enriquecieron el género Kafka, Camus, Samuel Beckett y otros autores cuyos personajes se mueven en atmósferas, tiempos y geografías inasibles.

El teatro del absurdo de Beckett, autor de “Esperando a Godot”, un personaje que nunca llega y cuyas generales jamás se conocen, influenció en alguna medida a, por lo menos, dos escritores salvadoreños: Walter Béneke, “Funeral Home” y Álvaro Menéndez Leal, “Luz Negra”, este último , poco antes de morir, en 2000, me regaló un libro titulado: “Literatura rusa del absurdo”.

La obra es una exquisita compilación de microcuentos, cuentos cortos, poemas y pequeñas piezas dramáticas cuyos autores más destacados fueron Daniil Jarms y Alexander Vedensky que formaban el grupo “Oberiu”, un acrónimo de la frase rusa que designaba a la “Asociación del arte de verdad”.

Redactaban textos en máquinas de escribir, repartían las copias entre amigos y allegados y las representaban en veladas privadas, casi clandestinas. Era la época del realismo socialista de Stalin, cuando todo aquello que no se plegaba a los dictados de la estética oficialista-proletaria se consideraba reaccionario e incluso subversivo.

Los comunistas, como ocurre también hoy, recelaban de toda innovación, de lo que no sirve a los fines de su partido. Uno de los microcuentos de Jarms, por ejemplo, “Lluvia de viejitas”, relata cómo “una viejita curiosa se asomó demasiado por una ventana, cayó a la calle y se hizo pedazos; otra viejita que quiso verla, también se cayó y otra siguió a otra”. El narrador termina diciendo: “Cuando cayó la sexta viejita me cansé de mirar y me fui al mercado Maltsevsky donde, según dicen, a un ciego le regalaron una bufanda tejida”.

Muchos interpretaban los cuentos de Jarms como una velada protesta contra régimen estalinista cuya repetición constante de consignas e inacabables discursos eran muy parecidos a la reiterada caída de las viejitas que desespera al espectador, quien opta por centrar su atención en cualquier otra cosa, por baladí que sea, para librarse del lavado de cerebro. Finalmente Jarms fue descubierto por la policía secreta, lo declararon loco y, para hacerlo desistir de sus ideas reaccionarias, lo internaron en un sanatorio mental, donde murió en febrero de 1942.

Aunque en las artes de nuestra Hispanoamérica pocos cultivadores del absurdo hay, se cuentan por miles y cientos de miles quienes lo practican: multitudes chavistas vitorean a Maduro, en Venezuela, mientras este les roba su dinero y, lo que es peor, su libertad. Lo mismo hacen cubanos, bolivianos, nicaragüenses, comunistas en casi todos estos países, incluyendo a El Salvador, donde las masas no paran de clamar y batir palmas, pidiendo cadenas.

*Periodista
rolando@yahoo.com