Los menús en cafeterías escolares y lo que puede luego suceder

Como van las cosas lo que la gente come es menos un asunto de “escoger” el menú cuanto de comer lo que haya o puede comprarse, aunque el valor nutritivo o el hecho de ser comida chatarra ocupe un puesto inferior.

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Por Mirna Navarrete

24 July 2017

La última ocurrencia del oficialismo --y decimos última aunque de seguro han ya dado a luz muchas otras en el breve lapso transcurrido-- es regular lo que debe y no debe venderse en los cafetines escolares, todo para que la juventud crezca sana, esbelta, atlética, fuerte, ya que mens sana in corpore sano.

Las escuelas pueden estar con techos podridos, sin agua, con servicios nada sanitarios, bajo amenaza de pandillas, pero los menús tienen que cumplirse, aunque los escolares al llegar a sus casas coman mucho o únicamente de lo prohibido.

La demanda equivale a exigir filtros para potabilizar el agua en oficinas y centros de enseñanza, sin considerar que la mayoría de gente, al volver a sus viviendas, toma agua del chorro.

No vamos a admitir que las exigencias tengan como propósito quebrar esas cafeterías escolares para luego asignarlas a gente vinculada a los negocios del oficialismo, como se ha denunciado que ha sucedido en otros campos del quehacer público.

Un caso fue de los pequeños préstamos otorgados por los bancos, que forzosamente, por el costo de manejar tales carteras, tenían intereses de mercado; el partido oficial pasó una ley “contra la usura”, lo que sacó del mercado a entidades financieras tradicionales y, acto seguido, esos movimientos fueron asumidos por entidades vinculadas al oficialismo.

Y tal viene siendo la práctica en muchos campos, como cuando un dirigente oficialista declaró que las líneas aéreas debían publicar y ceñirse a tarifas, a las que querían poner un techo, el paso previo al establecimiento de Veca con las consecuencias que se conocen: la quiebra de la compañía y el incumplimiento de sus obligaciones laborales.

Al romper el espinazo de las cafeterías escolares imponiendo exigencias muy difíciles de cumplir, se daría el siguiente paso, que es la creación de un ente al cual presuntamente “el Estado” le compraría alimentos, pagaría la construcción de locales, subsidiaría los salarios... para que un grupo de presuntos ligados al partido se meterían en la bolsa fondos públicos.

El grupo en el poder se las pasa fraguando esquemas para exprimir económicamente a la gente, desde el acoso fiscal hasta ocurrencias como las del viceministerio de Transporte, que exige un “examen sicológico” a los aspirantes a obtener licencia de conducir.

Y no será remoto que más adelante, y siempre con el objetivo de exprimir más a los salvadoreños, ese examen se exija a los ya licenciados.

¿Hay basura nutritiva y sana, o basura es basura?

Como van las cosas lo que la gente come es menos un asunto de “escoger” el menú cuanto de comer lo que haya o puede comprarse, aunque el valor nutritivo o el hecho de ser comida chatarra ocupe un puesto inferior.

Los pobres venezolanos, que están bajo una dictadura del Socialismo del Siglo XXI, no pueden escoger entre basura nutritiva, balanceada, y basura chatarra, sino que basura es basura y se come lo que se encuentra.

“Cuando veas afeitar a tu vecino, pon tus barbas en remojo”, aconseja un viejo refrán que todos en este suelo deben seguir.