¿Sodomitas? ¿Comunistas? ¿Asesinos?

Las amenazas al matrimonio CIVIL no vienen de que dos personas del mismo sexo puedan acceder a las mismas instituciones civiles que ofrece el Estado, sino que vienen de la doble moral.

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Por Elizabeth Castro

22 July 2017

"Sabemos, por lo doloroso de la experiencia, que la libertad nunca es voluntariamente dada por el opresor; debe ser exigida por los oprimidos”, reza el texto de la carta de 1963 escrita por el presbítero Dr. Martin Luther King Jr. Esa imborrable frase del libro de la justicia universal se extrae de la carta de la Cárcel de Birmingham que el pastor envió como respuesta a su injusto encarcelamiento por desobedecer leyes que segregaban a la sociedad.

En la misiva, el Nobel de la Paz (1964-1965) hace una referencia filosófica a Santo Tomás de Aquino sobre el carácter justo/injusto de una ley: “Cualquier ley que eleva la personalidad humana es justa. Cualquier ley que degrada la personalidad humana es injusta. Todos los estatutos de segregación son injustos porque la segregación distorsiona el alma y daña la personalidad”. Nunca antes las frases de MLK cobran tanta relevancia en nuestra paupérrima realidad.

La referencia a MLK surge como respuesta al artículo “LGBTI, género, homosexualidad, aborto, comunismo” publicado el 15 de julio de 2017 en este periódico. La columna hace una correlación entre ser un “inexperto sodomita” y ser “comunista”. Haciendo gala de una sorprendente capacidad para insultar a miles de personas, el privilegiado espacio para opinar a las masas, finaliza con un mensaje entre líneas: los “sodomitas” activistas son personas descerebradas, sin criterio propio, que no tienen otra opción que seguir la línea de la izquierda radical (ignorando la existencia de ideología “libertaria” por ejemplo).

Primero que nada, existen personas LGBTI que además de honrar a padre y madre, también tienen el honor y privilegio de serlo. Sin dejar a un lado, que hay muchos padres que se sienten orgullosos de sus hijos e hijas LGBTI. Esta aceptación ha sido crucial para reducir la tasa de suicidios a raíz del acoso social que existe contra las personas LGBTI (¿quién es el asesino ahora?). También, por lo innegable que existen personas LGBTI que pertenecen a una religión, ser religioso y LGBTI no son incompatibles. En todo caso, no podemos olvidar que el Estado salvadoreño es laico y debe garantizar el trato igualitario a todas las personas.

La referencia a que la fornicación ataca a la familia, pues estoy de acuerdo; pero la fornicación —entendida ésta como las relaciones extramaritales— no son actos exclusivos de los “sodomitas”, sino que se presentan en las relaciones heterosexuales. Insisto, al igual y como lo hice en mi columna de junio de 2014 en este periódico, las amenazas al matrimonio CIVIL no vienen de que dos personas del mismo sexo puedan acceder a las mismas instituciones civiles que ofrece el Estado (matrimonio y unión no matrimonial, proceso de inconstitucionalidad 184-2016, interpuesto por el movimiento Igualitos.as), sino que vienen de la doble moral. Los derechos humanos no son como un pastel, no se pierden por el hecho que alguien más pueda tener los mismos derechos (G. Walsh).

El debate es el combustible de la democracia, el cual se alimenta del pensamiento diverso de la sociedad. Hay leyes injustas que merecen ser revisadas en El Salvador, hay leyes discriminatorias que deben ser cambiadas en El Salvador. Traer mención a ellas, luchar contra ellas, no solamente es moralmente correcto, sino también justo y decente.

Como dijo el Dr. Luther King: “El poder en el mejor de los casos es el amor que pone en práctica las exigencias de la justicia, y la justicia en su mejor momento es el poder que corrige todo lo que está en contra del amor”. Y esto es lo que debemos ver a medida que avanzamos.

*Herman M. Duarte

Herman@Hduarte-lex.com

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