Los términos utopía y distopía están relacionados en forma opuesta, son antónimos. El primero Utopía, también llamado Eutopía por su forma griega “lugar perfecto” o el “buen lugar” o también Outopía el “no-lugar” o “no existe tal lugar” puesto que describe a las sociedades ideales, aquellas sin problemas ni vicios sociales y como tal estas son inexistentes. Por otro lado la distopía es un mundo imaginario que suele describirse en el cine o literatura de ciencia ficción y que describe el peor estado posible que pueda ser vivido.
Aun cuando en teoría ambos estados son hipotéticos e imaginarios, muchos pensadores han llegado a afirmar que sus sociedades han logrado el estado utópico de bienestar, por ejemplo Platón hablaba que la Grecia clásica había alcanzado el mayor y mejor estado de bienestar humano que podía ser alcanzado. En el siglo XVI el filósofo, matemático y jurista alemán Gottfried W. Leibniz afirmó que la sociedad de esa época estaba también en un estado de utopía.
En el presente siglo, la revolución comunista describió ese cambio como el inicio hacia la conformación de un mundo único y superior, el sueño Nazi de una “sociedad aria pura y perfecta” pero que produjo gran sufrimiento a los judíos y al mundo entero, de igual manera la unificación de Europa envió el mensaje al mundo que al unirse todas estas potencias habría una mejor convivencia y un futuro prometedor. El famoso “sueño americano” proclamó al mundo que se había alcanzado el mejor estado social que podía soñarse; sin embargo, con el tiempo nos hemos dado cuenta que cada uno de estos casos no son ejemplos de “utopías sostenibles” y que con el tiempo son alcanzadas por su propio destino.
Por otro lado, las distopías son definidas en función de lo peor que puede pasarle a una sociedad y a las personas que la habitan. Debido a que fueron pensadas como producto de la ciencia ficción, los primeros ejemplos se presentaron en forma de libros como: 1984 de George Orwell, novela de ficción política que pone en perspectiva una sociedad siempre vigilada por instituciones totalitarias y represoras que hacen que se vuelva difícil el vivir en tal situación. Otra obra clasificada como literatura distópica es Fahrenheit 451, publicada en 1953 por el autor estadounidense Ray Bradbury y que trata sobre un bombero encargado de quemar libros por orden del gobierno; 451 grados Fahrenheit no es nada más que la temperatura a la cual arde el papel.
Sin embargo, la obra cinematográfica más emblemática del género distópico es la película de 1972 “Cuando el destino nos alcance”, ambientada en el año 2022 en una sociedad que ya terminó con los recursos naturales y que debido a la sobrepoblación se enfrenta a un futuro siniestro; dicha película ha sido catalogada como la mejor de ciencia ficción y la mejor presentación dramática de su época, habiendo sido responsabilizada por la influencia que ha producido en otras producciones cinematográficas más recientes que explotan el final apocalíptico y devastador de nuestro mundo.
Sin embargo, sin necesidad de ser fatalista ni catastrófico, debemos recordar que a través de la historia, la realidad ha sido más dramática que la ciencia ficción. A través de la historia, hemos sido testigos de un mayor número de sociedades distópicas que de la ideal sociedad utópica; razón por la cual tenemos que trabajar activamente para crear y mantener una sociedad equilibrada y justa en la que nuestros hijos y nietos no se enfrenten a un futuro distópico.
*Médico
y colaborador de El Diario de Hoy.