Sobreviviendo la corrupción

Para que cambie un ambiente en el que campa la corrupción, no basta aplicar a ley o destituir por los votos a los corruptos: todos tenemos que involucrarnos en esa lucha.

descripción de la imagen

Por

19 August 2016

Últimamente han salido a luz, por diversas circunstancias, bastantes casos de corrupción de funcionarios públicos. Se ha evidenciado que hay corrupción con independencia de la ideología política y de los partidos a los que los protagonistas pertenezcan, del sector del gobierno en el que hayan fungido o se encuentren actualmente, o de la mayor o menor posición que ocupen en la jerarquía partidaria. Y es que la corrupción tiene eso: no es de derecha ni de izquierda, no es exclusivamente pública o privada –incluso asocia a sectores públicos y privados–, y se desmarca de consideraciones políticas, sociales o culturales. 

La corrupción es un grave problema. Complejo y con muchas aristas, tanto sociales, políticas, legales, económicas y éticas; que afectan y debe preocupar tanto a instituciones públicas, como a empresas privadas.

Su diagnóstico, primero, y las vías de solución, después, no se pueden improvisar. Cuando se habla del tema, con frecuencia se trae a colación un viejo dicho: “no hay corrupción sin gente que se deje corromper” (aunque, todo hay que decirlo, si un funcionario es corrupto, corromperá a su alrededor); con la intención de explicar que por muy corrupto que sea un funcionario, no podrá beneficiarse privadamente de recursos del Estado, traficar influencias, o adjudicar contratos gubernamentales a empresas privadas (por mencionar sólo tres ejemplos), si en la parte empresarial no existe una contraparte de personas deshonestas. 

En su página web, la PACI –Partnering Against Corruption Initiative; es decir Iniciativa de Alianza Contra la Corrupción, expone las siguientes preguntas con el propósito de facilitar a las empresas el reconocimiento y/o la presencia de corrupción en sus actividades: “¿Se atrevería a afirmar ante un juez que nadie de su empresa paga o acepta sobornos? ¿Se asociaría con una empresa implicada en un escándalo de corrupción? ¿Se podría permitir aparecer en los titulares de prensa por motivos de corrupción? En este momento, ¿es la corrupción algo que le afecta a usted?”.

Las respuestas, en la mayoría de los casos, caen por su propio peso. Pero de todas las preguntas, quizá la más interesante de responder, es la última: ¿es la corrupción algo que le afecte a usted? Una cuestión imposible de soslayar, pues sería de necios suponer que tanto la corrupción pública como la privada afectan únicamente a los corruptos… No es así: la corrupción nos afecta a todos. Cambia las reglas del juego económico, distorsiona los mercados, impide el desarrollo en las sociedades, afecta duramente a los más débiles, impide el progreso.

Con respecto a la corrupción de los funcionarios públicos, se puede hacer mucho desde el campo legal y desde el ámbito político. Siempre y cuando haya independencia y autonomía entre los tres poderes del Estado y un aparato judicial fuerte y sano (juzgue el lector al respecto). Pero todas las soluciones requieren tiempo y trabajo, y con más frecuencia de la deseable esos dos factores escasean en nuestro país.

Sin embargo, en relación a la corrupción generada por personas particulares y empresas privadas, las soluciones están más a la mano: literalmente están al alcance de todos los ciudadanos. Los desencuentros entre valores y actividad privada que producen corrupción, pueden atajarse directamente; e indirectamente disminuir y en algunos casos erradicar la corrupción de los funcionarios y de las instituciones públicas. 

Para concluir, quisiera dejar una reflexión entre muchas que podrían hacerse: mientras las empresas, y las personas particulares –usted y yo– sigamos dando excesiva importancia a los resultados, y por tanto subordinando TODO a lo meramente económico, será prácticamente imposible erradicar la corrupción. 

Para que cambie un ambiente en el que campa la corrupción, no basta aplicar a ley o destituir por los votos a los corruptos: todos tenemos que involucrarnos en esa lucha.
 

* Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayore