Los hartos ciudadanos protestan en las calles. Los empleados públicos llevan varias quincenas sin cobrar, ya que las arcas del Estado están secas, secas. No se pueden llenar, pues las fuentes de financiamiento, también con varias quincenas sin cobrar, ya no dan un cinco por el país. Con varios cipotes que alimentar, los cuilios le exigen mordida hasta a los ciclistas.
#Salvemosnuestrabandera, hierve en las redes sociales y en las calles. El gobierno responde con gases y garrotes. Los líderes del movimiento invitan a los ciudadanos a no quedarse con los brazos cruzados. El presidente acusa a la empresa privada de fomentar la rebelión, y de perseguir un golpe de Estado. Protestas anteriores contra la incompetencia no cuajaron. La mayoría espera que esta vez sea diferente.
¿El Salvador? No, pero casi.
Se trata de Zimbabue. Antes, “la canasta de pan” del África, tierra de safaris, diamantes, rosas y Victoria Falls. Ahora, catástrofe tras catástrofe. Es el país adonde el sida es rey; la reina, inflación, y Bob Mugabe, dictador, un anciano de 92 años, rodeado de emperadores corruptos, paseándose en su país, en su gente.
El paralelo con El Salvador del FMLN asusta. Antes de Mugabe y del Frente, ambos países con economías pujantes; ahora, agonizantes. Antes exportábamos de a galán; ahora, de a llorar. “¡Gente es lo que exportan!”, grita la lorita Pepita ; “ellos, al imperio europeo; nosotros, al gringo, ¡urrraaaaa!”.
El ZANU PF de Mugabe lleva 36 años gozando de la miel del poder. El FMLN del profe, 7, ambos aplicando la doctrina de un viejo libreto titulado “Cómo matar un país”.
Ordena el libreto: Quitale envión a la empresa privada (check); ahuyentá la inversión (check); duplicá tus empleados públicos (check); acompañá el incrementado gasto social con una campaña mediática que te tire flores (check); que tu ministro de Hacienda haga lo que tenga que hacer para recaudar más impuestos (check); absoluto control de los tres poderes (check allá, en proceso acá); negociá con los mareros (check solo acá).
¡Vaya libreto! No alcanza la nueva chorrera de impuestos y, como aquí Paco Flores (QDDG) enllavó la máquina maravillosa imprimecolones, no hay más remedio que prestar y prestar, prestar y prestar. Después me dijo un financiero, que no hay que prestar dinero si no lo podés pagar. Con dinero y sin dinero, chupo siempre lo que quiero, y mi palabra es la leeyyy… Pregunta: ¿Y ahora, quién va a pagar el guaro de CEPA y las rosas de la Asamblea? Respuesta: Tú (y yo), y solamente tú (y yo).
¡Basta ya! Si queremos evitar que el Pulgar deje de palpitar, nosotros también debemos #salvarnuestrabandera, descruzar los brazos, despertar.
Menos mal en el país centroamericano de esta historia, se respira un aire con más esperanza que en el africano. La teoría del libreto ha fracasado tanto, que a la gente ya no le dan atolito con el dedito. Ni los que tienen cuentas pendientes, pueden pistear al fiscalito, ¿verdad, Mauricito?
La oposición, decidida a #salvarnuestrabandera, se reorganiza. Oremos para que brote un liderazgo honesto, empático, conciliatorio, con materia gris, carisma y vigor. Adivina adivinador, ¿a cuál de los tres candidatos se refiere este redactor?
Quizás sea mucho pedir, pero ya no podemos resistir en modo de sobrevivencia. El Salvador puede, y debe, cambiar a modo productividad; tratar mejor a su gente, eliminar el despilfarro, generar empleo, dignificar y eficientar los servicios públicos, ordenar sus finanzas, atraer más turistas, darle “in the neck” a los mareros, corruptos, extorsionistas y, sobre todo, a la creciente pobreza.
Desconozco si Zimbabue, pero el País de la Sonrisa no morirá, pues El Salvador será la tumba en que el libreto fracasará.
*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com