Estrellas fugaces

Se necesitan nuevos y mejores políticos que lleguen a trabajar por el país, conscientes de que su permanencia en los cargos estatales será pasajera, pero que lleguen a ser útiles.

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22 August 2016

Los recientes allanamientos de la Fiscalía, indagando sobre presuntos delitos de Funes; las investigaciones de Probidad de la Corte Suprema más lo que a través de la Ley de Acceso a la Información Pública estamos conociendo en el país, me trajo a la memoria lo que  una vez me dijo mi tío y mentor Abelardo Torres: “Todo cambia en esta vida a excepción de los principios y valores, pero si algo es efímero son los puestos públicos: hoy estás, mañana no estás; son como estrellas fugaces”, me señaló.

En este valle de lágrimas en que nos encontramos los salvadoreños ante el calamitoso estado del país por las deficiencias en el ejercicio de la función pública, por paradójico que parezca afirmarlo en el mencionado contexto, el servicio público tiende a cambiar para bien. Nadie en su sano juicio en nuestro país entrará de ahora en adelante a ejercitarla para que lo pongan “donde hay”, a menos que con esa mentalidad esté dispuesto a terminar procesado. Por el contrario, los funcionarios deberán saber que tanto su patrimonio como su vida personal, si hay fondos públicos de por medio, estarán siempre sujetos a escrutinio. Al que no le gusta quemarse, dice la sabiduría popular, que no se meta a la cocina.

Porque la corrupción es un cáncer que, en parte, ha causado la crisis de la clase política a nivel mundial. Nunca debió permitirse la mentalidad Estado-botín, pero la comunicación instantánea de la revolución digital hace que el escrutinio se vuelva cada vez más intenso en las diferentes regiones del mundo, aunado a leyes de información pública accesibles para la ciudadanía, volviendo evidentes e intolerables los estilos de vida más allá de las posibilidades de quienes de manera temporal ostentan “el poder”; porque chocan los derroches de funcionarios o exfuncionarios mientras hay hospitales sin medicinas, escuelas en deterioro y obras de infraestructura básica empantanadas y en nebulosas.

Siendo el servicio público una vocación, hay que prepararse para ella, para poder así revertir la sátira de Don Antonio Lemus. “Hoy que estoy jodido quiero ser diputado” (así tituló su obra). A mejores servidores públicos, mayor posibilidad de tener buenas políticas públicas, que son las que hacen progresar a los ciudadanos y establecen las bases para sacar adelante a las naciones. Tomando la célebre frase de que la guerra es demasiado seria para dejarla en manos de los militares (Clemenceau, político y periodista francés), la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos tradicionales.

Se necesitan nuevos y mejores políticos que lleguen a trabajar por el país, conscientes de que su permanencia en los cargos estatales  será pasajera --en la inmensidad del tiempo será un abrir y cerrar de ojos--, pero que lleguen a ser útiles, a dejar huella, trabajando por favorecer a las mayorías, creando condiciones para que el país se desarrolle y vaya a más. El partido de oposición ARENA tiene la posibilidad de llevar este tipo de personas a la gestión pública, si termina bien el proceso interno en que se encuentra.

El Salvador requiere servidores destacados en el próximo gobierno que trasciendan líneas partidarias, con vocación de servicio y orientados al bien común; gente honesta que al final de su periodo pueda decirle a la Patria “misión cumplida” y que, producto de su esfuerzo individual y colectivo, deje un país más próspero, seguro y sin amenazas a la institucionalidad democrática.
   

*Director Editorial de 
El Diario de Hoy.