Me siento más identificado con el Partido Republicano que con el Demócrata. Sin embargo, reconozco que tanto John Kennedy como Bill Clinton fueron buenos presidentes. No estoy hablando por supuesto de sus cualidades morales, sino de sus habilidades políticas.
Pero si fuese ciudadano estadounidense hubiese votado siempre por los republicanos, salvo esta vez. La decisión es sumamente complicada porque se trata de escoger entre un charlatán, misógino, ignorante, mal educado y racista, como lo es Donald Trump y Hillary Clinton. Ella, pese a que su esposo es uno de los mejores presidentes que ha tenido Estados Unidos, no logra despertar confianza por su inclinación a la parte más “liberal” de su partido.
El hecho de que sea mujer es, para mí, como en el caso del color de la piel de Obama, totalmente irrelevante como elemento de juicio para analizar si está o no calificada para ejercer la presidencia del país más poderoso del planeta. El hecho de que un negro sea actualmente presidente de los Estados Unidos, y que por primera vez una mujer llegue a serlo, es solamente un extraordinario simbolismo de que vivimos un cambio de época, más que una época de cambios.
El discurso “liberal” de Hillary Clinton no me simpatiza. Y entrecomillo la palabra liberal porque en Estados Unidos significa casi todo lo contrario a los que realmente es el verdadero liberalismo. Me refiero al liberalismo de Smith, Stuart Mills, Ortega y Gasset, Isaiah Berlin, Von Mises y Hayek solo por mencionar algunos intelectuales liberales que nutren mi pensamiento.
Definitivamente, ese ideario liberal no es el de Hillary. Por eso no me simpatiza. Nada personal. Pero con todo, en esta elección votaría por ella y no por Donald Trump. Con ese sujeto sí es algo personal. Al sector más conservador de los republicanos, los que suelen confundir religión y política, y las sagradas escrituras con la Constitución, no les gusta Hillary por su agenda a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, y otros temas similares.
Y dicen que Trump es el mal menor, por eso. Se les olvida que este sujeto viene de promover eventos “de belleza”, que no es otra cosa más que una sofisticada forma de explotación femenina. Que cada vez que puede ofende a una mujer, solo por el hecho de serlo. Recuerdo que en un debate insultó de manera fea a una periodista de la cadena FOX.
La periodista Megyn Kelly cuestionó a Trump por su largo historial de insultos a las mujeres llamándolas textualmente “zorras, puercas, gordas y animales repugnantes”. El multimillonario, que también ha vivido promoviendo espectáculos truculentos disfrazados de deporte, como el boxeo profesional, le dijo a Kelly que estaba histérica porque andaba en su período y que la sangre le salía hasta por los ojos.
Trump no ha hecho ninguna propuesta de gobierno. Lo que ha dicho es que construirá un muro en la frontera sur, que deportará a 11 millones de ilegales y otras barbaridades. Se me viene a la mente la frase de uno de los más queridos presidentes de Estados Unidos, el republicano Ronald Reagan diciendo en un famoso discurso “Tear down this Wall, Mr. Gorbachov” una de las frases más memorables de la guerra fría.
Derribe ese muro, dijo el republicano Reagan. Construyamos un muro, dice el falso republicano Trump. El tema de Trump es importante para los salvadoreños porque deben tenerlo en cuenta nuestra derecha: en Estados Unidos viven de manera ilegal centenares de miles de salvadoreños, que mantienen con sus remesas no solo a sus familias, sino a la economía nacional. No se les olvide ese pequeño detalle.
Hillary, con todo, representa en esta elección al Establishment. Con Hillary, Estados Unidos seguirá siendo lo que es. Y probablemente dentro de cuatro años seremos testigos de una candidatura republicana cuerda y ganadora. Se me ocurre Marco Rubio. Él era, lo confieso, mi candidato favorito.
Trump está explotando todos los miedos, los prejuicios, las falsas creencias de la América Blanca y Anglosajona profunda. Le está diciendo, en frases cortas y fáciles, lo que quiere oír. Eso se llama “populismo”. Trump es un lunático que puede poner al mundo en peligro, aún y cuando haya en Estados Unidos un sistema de pesos y contrapesos diseñado para evitar locuras presidenciales.
*Columnista de El Diario de Hoy