Más impuestos = más ninis

Si apenas el 30 % de los salvadoreños vamos a sostener los subsidios y prebendas del restante 70%, el sector privado también se convertirá en nini: ni trabajará, ni contribuirá, ni subsistirá. 

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01 July 2016

Los dos gobiernos efemelenistas se enorgullecen de los miles de hogares que reciben subsidios. Pues debería avergonzarles porque el gobierno no subsidia a nadie; son NUESTROS IMPUESTOS los que pagan toda esa “inversión social”, frasecita ridícula que significa despilfarro porque en nada han mejorado a nuestra población.

Y es todavía mayor desvergüenza el “defenderse” explicando que, parte de esa “inversión social”, la realizan mediante préstamos. Y, ¿qué son los préstamos, pues? Es dinero que gastan hoy y habrá que pagar mañana ¡con más impuestos! Por favor, entendamos: no nos regalan nada, nos lo cobran a una tasa mayor que el peor usurero, porque nos roban nuestros recursos presentes e hipotecan el futuro de las generaciones posteriores.

A pesar de tanta “inversión social”, nuestro país no avanza. Aquí subsidian el agua, la energía eléctrica, el transporte público, el gas licuado, se regalan uniformes, zapatos y útiles escolares a los estudiantes del sistema educativo público, se da una cuota a los ancianitos sin recursos, la atención médica y las medicinas en los hospitales nacionales son gratis, se pretende financiar a los ninis, nadie sabe cómo (no solo porque no hay fondos para las obligaciones ya existentes, sino porque los mismos funcionarios se contradicen). Y etcétera.

Pero, ¿son ciertas esas ayudas? Porque lo que vemos son hospitales desatendidos, escuelas ruinosas, escasez de medicinas, educación lastimosa, viejitos desencantados e infinidad de supuestos “beneficiados” quejándose porque les han engañado. ¡Ah, pero el cobro para la cacareada “inversión social”, vía invención de impuestos, sí es una realidad!

Sí, busquemos el desarrollo con solidaridad, pero eso no se dará mientras el gobierno efemelenista pretenda colocar las proclamas del Foro de Sao Paulo antes que el bienestar de los salvadoreños. Nuestros principios son “Dios, Unión, Libertad”, no “el pueblo unido…” y otras lindezas semejantes que allí se escucharon. 

La solidaridad debe ser efectiva, haber apoyos temporales focalizados para quienes realmente los necesitan, que sean verificables y medibles, produciendo resultados visibles y sostenibles. Pero, para desarrollarnos, logrando una sensible disminución de la pobreza, nuestro país necesita de tres políticas bien hechas: una de seguridad, una para educación de calidad y otra para el fomento de la inversión privada.

Démosle el beneficio de la duda a la política de seguridad del actual gobierno. Y exijamos una educación de calidad, que rinda beneficios económicos y sociales a nuestros jóvenes. La empresa privada trabaja incansablemente en este rubro, no así el gobierno, sin duda por su objetivo de implementar su ideología, en lugar de impartir una educación que prepare a nuestros estudiantes para la vida.

Urge el fomento de la inversión privada para que haya crecimiento económico. Revisar la tramitología, que los requisitos sean justos y lógicos; propiciar la disminución del sector informal, facilitando su formalización y procurando la tan necesaria seguridad, física y jurídica.

Estemos claros: todo programa social gubernamental lo pagan los privados a través de impuestos, actuales o futuros. Empleadores y empleados, accionistas y directores, son los que hacen girar la rueda de la economía. Al haber productividad, el estado recoge más impuestos y la población, bien educada y segura, puede escoger entre más y mejores empleos.

Pero si apenas el 30 % de los salvadoreños vamos a sostener los subsidios y prebendas del restante 70 %, el sector privado también se convertirá en nini: ni trabajará, ni contribuirá, ni subsistirá.


*Columnista de El Diario de Hoy.