Gracias a esos héroes no hubo más víctimas

Es obvio que el problema se deriva de la grave desidia del titular del ramo, a quien el sindicato repetidas veces le pidió que se instalaran escaleras de evacuación pero que el señor “no lo recuerda” cuando colocarlas es un acto de sentido común.

descripción de la imagen

Por Mirna Navarrete

11 July 2017

Los héroes del trágico incendio que se produjo en una de las tres torres de Hacienda fueron los bomberos, pilotos de helicópteros de la Fuerza Armada y socorristas que, exponiendo sus vidas y pese a las grandes limitantes de equipo (las escaleras de los carros eran demasiado cortas, entre otras graves deficiencias), lograron evitar más víctimas. Algunas de ellas están en condición grave por las quemaduras que sufrieron.

Es obvio que el problema se deriva de la grave desidia del titular del ramo, a quien el sindicato en repetidas ocasiones le pidió que se instalaran escaleras de evacuación pero que el señor “no lo recuerda” cuando colocarlas es un acto de sentido común, al igual que dotar el edificio de alarmas y detectores de humo, que cualquiera puede instalar en su casa por menos de treinta dólares.

El problema es que aquí las responsabilidades se ignoran cuando los causantes de graves perjuicios son personeros del oficialismo o allegados al partido oficial.

Respecto a la carencia de escaleras y otros recursos para emergencias, el titular del ramo se ha limitado a decir cosas como que “uno no se imagina que van a faltar hasta que faltan, uno no se imagina las normas de seguridad, generalmente falta, falta la que se necesitó... son temas que uno no se espera que sucedan al menos en la cercanía de uno... hay que hacer una valoración y encontrar cosas positivas...”.

Escaleras hay que instalar cuanto antes, pero el sindicato debe velar por que no se encargue a algún incapaz hacerlo por el hecho de ser pariente de un funcionario.

Una estructura de esta naturaleza debe apoyarse en fundaciones sólidas, que se asienten sobre terreno firme, que sean “coladas” en buen concreto y cuando todo haya fraguado, poner encima la estructura.

El sindicato debe ocuparse de que los apoyos de esa torre no estén sobre el suelo para evitar la corrosión y que la estructura corresponda a la carga que deberá soportar, carga dinámica pues la gente baja corriendo.

Las estructuras deben soldarse y las soldaduras revisarse...

A los sectores de trabajo los agobian con exigencias de seguridad laboral

Es natural que mientras no se corrijan los problemas de las torres la gente no quiera volver a trabajar en ellas, lo que obliga a proceder a “marchas forzadas” para que todo se arregle. Y eso, como decimos, sólo va a lograrse si los trabajos se asignan por licitación pública y transparente.

Imaginen ahora, estimados lectores, que a causa de descuidos o negligencia del dueño de un negocio privado varias personas hubieran muerto o resultado con graves lesiones o quemaduras. Es casi seguro que la Fiscalía estaría pidiendo cárcel para el responsable, además de asignar fiscales para dar seguimiento al caso.

Mientras el gobierno y sus funcionarios apenas se ocupan de cuidar la seguridad laboral y las condiciones de trabajo en las entidades a su cargo, en el campo privado sucede lo contrario: las exigencias no cesan, se obliga a simulacros, hay inspecciones constantes, se interroga a los empleados sobre el trato que reciben... “y etcétera, etcétera, etcétera”, como decía el Rey de Siam.

Lo más seguro es que a los quemados y víctimas del enorme descuido de Hacienda pasado un tiempo los van a dejar olvidados, de la misma forma que sus reclamos y las peticiones del sindicato.