Cuevas, ruptura y continuismo de la pintura mexicana

El lunes murió José Luis Cuevas. En nuestro país poco o nada se dijo de su muerte, a lo mejor porque se desconoce su obra o porque no se sabe sobre el impacto que provocó en la historia de la pintura moderna mexicana.

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Por Elizabeth Castro

08 July 2017

En pocas palabras: el muralismo mexicano es reconocido por propios y extraños, pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueira han dado la vuelta al mundo a través de sus murales que recogen con realismo los movimientos populares con una visión nacionalista y antiimperialista. José Luis Cueva formó parte de uno de los movimientos, “La ruptura”, que entre otras cosas planteaba un arte más moderno, abierto al mundo, a las nuevas tendencias, incluso dar cabida al vanguardismo y a los diferentes movimientos pictóricos que van más allá del realismo.

Una idea en tres momentos en torno a este resumen a vuelo de pájaro sobre el impacto de Cuevas en la historia de la pintura: uno, arte y realidad; dos, arte y nacionalismo, y tres, arte y universalidad.

El arte es arte y el muralismo mexicano, sobre todos los clásicos, no solo rompieron esquemas sino que impusieron con sus trazos, sus colores, sus personajes, una realidad desgarradora de un pueblo que no solo sufre y es castigado por la realidad socioeconómica injusta, sino que se levanta y lucha para alcanzar sus ideales, hacer realidad la utopía de un mundo mejor.

El muralismo mexicano que fue convertido en una escuela luego que el intelectual José Vasconcelos en los años 20 del siglo XX puso en marcha políticas claras y definidas para montar una educación sólida que incluía, entre otras cuestiones, espacios adecuados para que el arte, la pintura, tuviese una presencia importante en los espacios públicos. Sin duda alguna el arte de los muralistas fue un medio para unificar, educar y solidificar una identidad de una nación que “nacía” tras la época convulsa de la revolución mexicana.

El contexto y las ideas que giran alrededor del mundo del artista no solo suelen afectar, sino determinar la producción artística e, incluso, ser utilizada para fines eminentemente ideológicos. En este sentido, el arte realista en sus variadas expresiones de una u otra forma es el “arte” social que los soviéticos o los chinos han utilizado, no solo como una expresión artística, sino para justificar los movimientos sociales de la época.

Sería un reduccionismo craso y vulgar creer que el muralismo mexicano se explica únicamente por esta visión utilitaria que los regímenes de la época trataron de hacer; sin embargo, no se puede negar y viene al caso porque Cuevas, y decimos el joven Cuevas de los años cincuenta del siglo pasado, busca, pretende, romper con esta manipulación y bajo los mismos criterios del arte, de la cultura universal, plantear otras ideas que muevan la creación artística.

“La modernidad significaba abrir los ojos a lo universal y hacerlo propio, de tal suerte que lo moderno parecía estar en franca oposición a lo nacional; ellos no miraban hacia atrás con nostalgia, sino que se veían ubicados en el presente y con la mirada en el futuro”, se explica en un trabajo que intenta dar cuenta de la historia del arte pictórico en México en el trabajo “Arte y grupos de poder: el Muralismo y la Ruptura”, escrito por las maestras Fernanda Feria y Rosa María Lince Campillo.

En este movimiento de Ruptura se encuentra Cuevas, quien esta semana falleció a los 73 años. “Mediante el trabajo con la línea de gran ferocidad gestual, desnuda las almas de sus personajes retratando la magnificencia de la degradación humana en el mundo de la prostitución y el despotismo”, relata una de las crónicas que trata de recoger la obra de este artista plástico mexicano, quien en los años cincuenta suscribió un documento en forma de cuento que plantea la política cultural del gobierno mexicano que, después de tres décadas, seguía favoreciendo el arte nacionalista, particularmente en su filón del muralismo.

A través de la narración de un cuento, en el texto denominado “La cortina del nopal” (puede buscarlo en internet), Cuevas plantea las imposiciones artísticas del Estado mexicano sobre los jóvenes artistas.

“Cuevas señala que la cerrazón nacionalista es una especie de “cortina del nopal” que impide a los jóvenes artistas saber lo que está sucediendo en la escena internacional y, por tanto, participar en ella”.

Hay una cita que quiero recoger del escritor mexicano y amigo de Cuevas, Carlos Fuentes, quien señala que la obra de este artista “se complace en la elección de figuras que precisamente han perdido su lugar o no tienen lugar en el mundo organizado de las relaciones sociales o tan solo lo repiten de una manera grotesca, a la vez que caricaturiza y denuncia la endeble naturaleza del orden y que no puede encontrar su propio orden”.

En definitiva se trata de un continuismo con el muralismo, no en cuenta su intención y vinculación social, sino en su esencia de arte pictórico de recoger y pintar la esencia del hombre en su medio ambiente, en su relación con los otros, en su intimidad de ser que busca entender quién es, hacia dónde va y por qué camina en este mundo difícil, complicado, convulso… y es que el arte es eso y más y por eso Cuevas es un artista de primer nivel… y es por eso los grandes muralistas Rivera, Orozco y Siqueiros son también artistas de primer nivel.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

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