De un tiempo a la fecha, el señor ministro de Obras Públicas parece haber sido flechado por el encanto de una posible candidatura presidencial, tanto así que desde hace semanas lo vemos inmerso en lo que parece ser una precampaña cuya bandera parece ser la lucha contra la corrupción.
Lo anterior no estaría mal si el funcionario de Obras Públicas no se olvidara de meter en el mismo saco a corruptos provengan del partido que provengan y no solo a quienes considera sus opositores.
Porque usted ha mostrado un interés descomunal por meter preso al doctor Jorge Nieto, en el caso de la Diego de Holguín, pero no le hemos escuchado una sola palabra sobre casos que ya muestran mucha evidencia, como el expresidente Mauricio Funes, quien por cierto lo obligó a llamar a la Diego de Holguín “Monseñor Óscar Romero”, a pesar de que el nombre “Bicentenario” era el que había ganado la votación pública.
¿Por qué no le hemos escuchado mencionar en ese caso al exministro David Gutiérrez, que es el directamente involucrado en el caso que llevó a su institución a iniciar el actual proceso?
Usted llegó al límite de su parcialidad hace unos días cuando llegó a montar un show en los juzgados, dejando claro que se puede convertir en un inquisidor. Piense, señor ministro, la diferencia que hay entre quienes dan la cara para someterse a la justicia y quienes salen huyendo del país, a esconderse como ladrones.
Corríjame si me equivoco, pero no le he escuchado decir una sola palabra sobre José Luis Merino, dirigente de su partido sobre quien desde hace años pesan señalamientos por posible involucramiento en operaciones de narcotráfico, aparentemente al lado de funcionarios venezolanos y la guerrilla de las FARC. Acusar a unos e ignorar a otros, según conveniencia, lo hace un poco cómplice.
Son acusaciones graves sobre una persona que ustedes optaron por proteger designándolo, primero como viceministro para la inversión, lo cual resulta risible considerando que lo que menos tiene es honradez y competencia notorias, y como si eso fuera poco, ahora lo proponen como candidato a diputado, dejando claro que lo único que buscan es protegerlo con la inmunidad que el cargo dota.
Reza el dicho que no se puede tapar el sol con un dedo, y lo que vemos actualmente es a muchos de sus compañeros de partido viviendo una vida de millonarios, algunos a costa de los recursos públicos, otros a través de una repentina opulencia.
Ante los casos de señalamientos de corrupción en los suyos, su respuesta es la de quien evade. Construyendo rimas, acusa de atacarlo a quienes lo cuestionan.
Respetuosamente, señor ministro, yo creo que sus aspiraciones políticas lo han alejado de la realidad y de su trabajo, porque es mucho lo que deja pendiente en materia de conectividad vial y otras obligaciones propias de su cargo.
Porque basta que nuestro país reciba un pequeño temporal para que las calles y carreteras se llenen nuevamente de baches que esperan demasiado para ser reparados, a pesar de que hay un impuesto, el Fovial, creado única y exclusivamente para dar mantenimiento a dichas arterias, pero que en su administración está siendo utilizado quién sabe de qué manera.
Su obsesión por construir parques no solo va en detrimento del buen mantenimiento de calles y carreteras, sino que resulta absurdo en un país donde las necesidades de la población, en materia de salud y seguridad se han acentuado y ya se volvió parte del diario vivir.
Ya lo dijo Sor Juana Inés de la Cruz:
La ambición de sí tanto le enajena
Que con el vil temor ciego no advierte
Que carga sobre sí la infausta suerte,
Quien al Justo sentencia a injusta pena.
*Diputada