"Hay señales que son rojas y una de esas es el nivel de endeudamiento que tiene el país; tiene una alta deuda que anda por el 63 por ciento. Eso es una amenaza que tenemos que resolver, y por ello yo quiero aprovechar para hacerle un llamado a todos los sectores, a todos, políticos, empresariales, sociales, de que trabajemos por un acuerdo que nos permita al gobierno un ajuste fiscal, que nos permita una Ley de Responsabilidad Fiscal”. Este fue el llamado del presidente Sánchez Cerén durante el discurso que pronunció el sábado, en el parque central de Usulután.
Comprendo que haya quienes reaccionen con frialdad a este tipo de llamados, incluso si son formulados por el Presidente, ya que, tras siete años en el poder, los gobiernos del FMLN no se han caracterizado por la creación de instancias de búsqueda de acuerdos de país. Por el contrario, han establecido mesas que por la cantidad de gente que asiste no llegan a mucho y que una vez se encienden las cámaras, se convierten en teatro. Así lo ilustró uno de los académicos que vino al Foro Internacional de Asuntos Políticos de Fusades hace un par de meses, al ser preguntado por dinámicas de mesas de 50 a 60 personas. Inmanejables.
Las condiciones del país, empero, continúan --como se ha vuelto tan obvio-- de mal en peor, al grado de haber mencionado el Presidente “señales rojas”, una de ellas el 63 % de nivel de endeudamiento que tiene el país. “Vamos a ajustar nuestro presupuesto, vamos a disminuir gastos, no vamos a echar a nadie del gobierno, no estamos pensando en despedir a nadie, pero sí comenzar a ajustarnos, como dicen, a apretarnos el cincho”, manifestó Sánchez Cerén. Extraño planteamiento desde el punto de vista económico por ser el desmesurado aumento de plazas en el sector público uno de los puntos con que más se critica al gobierno.
Desde el punto de vista político, bienvenido el llamado del Presidente. He sido uno de tantos que hemos insistido en que El Salvador requiere acuerdos básicos en el ámbito fiscal, llámese “Ley de Responsabilidad Fiscal” o de otra forma; la obtención en el tema seguridad de una política de estado, algo que no podrá ser en base a “medidas extraordinarias”; y en cómo generar el crecimiento económico que el país requiere, para lo cual se requiere confianza. Poca confianza podrá lograrse cuando para resolver la apremiante situación fiscal se ha planteado caerle al ahorro nacional existente en los fondos de pensiones, cuyos dueños son los cotizantes.
Sacar este tema de la discusión sobre política fiscal podría ser una señal de que el gobierno está en verdad comprometido con la búsqueda de acuerdos básicos de país. Y podría iniciarse el ciclo de recuperación de confianza. Sólo apostando por el país se crearán las oportunidades que demanda nuestra gente, ninis a la cabeza. Parafraseando el viejo proverbio chino, no es regalando pescado como se saca adelante a la gente, sino enseñándole a pescar. Lo que la mayoría de salvadoreños necesita es empleo, oportunidades, no dádivas. La subsidiaridad del Estado es para aquellos que de verdad la requieren por estar en los nichos poblacionales más vulnerables.
La metodología hacia la sustitución de las actuales “mesonas” por instancias prácticas y eficientes, que permitan avanzar en la búsqueda de entendimientos básicos que tanto requiere el país, será la señal inequívoca de que esta vez el llamado tendrá un adecuado seguimiento, que haga prevalecer el azul y blanco de nuestra nación. Ojalá sea así.
*Director Editorial de
El Diario de Hoy.