Por Guillermo Miranda Cuestas*
Cuando no se tiene imaginación, morir es poca cosa. Con esa claridad lo entendió el novelista Louis Ferdinand-Céline ante los gritos de un coronel que aún exclamaba “¡viva Francia!”, luego de la muerte violenta de varios de sus compatriotas en un campo de batalla de la Primera Guerra Mundial. En El Salvador teníamos un problema de imaginación en la cultura política… Hasta hace unos días.
Era tan pobre la imaginación en la política salvadoreña que por décadas se planteó un sistema de dos caras antagónicas, la de la izquierda y la de la derecha. Dicha tesis fue derribada en 2011 cuando diputados de ARENA y del FMLN complotaron contra la Sala de lo Constitucional al aprobar el tristemente célebre decreto 743. Así se activó a un grupo de jóvenes, de distintas ideologías, que nos concentramos en defender los mínimos no negociables de la democracia que aspiramos y que establece nuestra Constitución. Y desde ese entonces, no hemos parado de imaginar.
El activismo ciudadano se volvió nuestra pasión: madrugadas dedicadas a colgar mensajes en pasarelas, alianzas con asociaciones y movimientos sociales, visitas a universidades y comunidades del interior para animar y empoderar a más ciudadanos, sábados de aerosol y producción de videos en defensa de la transparencia, tardeadas y trasnochadas interminables para salvar al Pulgarcito, apariciones en medios, manifestaciones públicas y un largo etcétera de genuino voluntariado. Entendimos, con aquellas experiencias, que entre las extremas había un centro joven, dialogante e influyente, dispuesto a unirse de cara al futuro -nuestro futuro. En este grupo se encontraba Aída Betancourt, elegida por el diputado Juan Valiente para acompañarlo como precandidata a diputada suplente en 2018, y quien el domingo pasado fue arbitrariamente expulsada de la lista de precandidatos por la dirigencia del partido ARENA.
Aída habla cuatro idiomas, ha vivido en cinco países por motivos académicos y profesionales, está por terminar su maestría en una las mejores universidades del mundo, piensa por sí misma de forma crítica y, además, es una excelente persona. Su compromiso con El Salvador le valió para regresar e introducirse a la política partidaria, en un país donde la participación electoral y la confianza en los partidos van en franco declive. Pero a juicio de un político de palabra y pensamiento de Guerra Fría, Aída “no tiene las credenciales después de pronunciarse en contra del Mayor y de ARENA” (suenan grillos en el fondo). Cuando no se tiene imaginación, vivir en una eterna película en blanco y negro, de trama lineal y audio monofónico es poca cosa. Y nosotros nos resistimos a vivir en una película mediocre.
La falta de renovación tanto en ARENA como en el FMLN podría activar una nueva ola de activismo en un contexto muy particular. Hay al menos tres datos, brindados por la Dirección General de Estadística y Censos y el Tribunal Supremo Electoral, que permiten dimensionar el rol de los jóvenes en esta coyuntura y que coinciden en un mismo número: primero, 1.5 millones de personas tienen acceso al Internet -un incremento del 450% respecto a hace 10 años-; segundo, alrededor de 1.5 millones de jóvenes que no vivieron el conflicto armado podrán elegir diputados, concejales, alcaldes, presidente y vicepresidente en las próximas elecciones; y tercero, el presidente actual fue elegido por menos de 1.5 millones de votos.
El costo de quedarse en la caja y renunciar a la imaginación es bastante alto en una sociedad que exige pragmatismo. Bien lo dijo hace unos días don Francisco de Sola, ciudadano unificador que se dedicó a imaginar un país distinto desde la Comisión Nacional de Desarrollo: “Hoy día nos definimos por preceptos y culturas que nos impiden pensar en grande, como demandan los retos del siglo XXI”. El anuncio de Johnny Wright y de Juan Valiente de retirar sus candidaturas de ARENA es precisamente pensar en grande, imaginar la política de forma honesta e inclusiva. Este podría ser el inicio de un reordenamiento del sistema de partidos en El Salvador del siglo XXI. Ojalá, así sea.
*Abogado de la ESEN, con estudios de filosofía en la UCA y maestrías de estudios latinoamericanos en Salamanca y de políticas públicas en Oxford.
@guillermo_mc_