Una agradable experiencia musical gracias al Foro Cultural Salvadoreño Alemán

¡Salvadoreños haciendo tan bien las cosas! Fue el pensamiento que me asaltó. 

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22 July 2016

Prometo seguir el desarrollo histórico de la educación especial que inicié en mi anterior columna (“De idiotas e imbéciles”) porque creo que puede ayudar a entender algunas razones que nos mantienen educativamente postrados como país, pero tuve una experiencia cultural tan agradable esta semana que no puedo dejar de comentarla. 

Todavía no he estado en la tierra alemana, nación que imagino muy ordenada, precisa y altamente desarrollada, poseedora de una campiña envidiable, productiva y muy limpia. Confieso que conozco poco de su cultura. Durante mi temprana adolescencia, cuando usualmente se encienden los deseos de comerse al mundo, Alemania simplemente quedaba, geográfica y afectivamente, demasiado lejos (¿tienen también ustedes la sensación que el mundo se ha hecho más pequeño, que todo está ahora más cerca?).

Nuestras textos escolares de Geografía e Historia, apenas ayudaban a que nombres como Bonn, Hamburgo y Rin nos sonaran conocidos (los pocos videos no eran todavía “tecnología educativa”); de su literatura recuerdo que leímos “La muerte en Venecia” de Mann que habré de releer porque poco recuerdo de su argumento (hasta la prohibida película de Visconti que nos colamos a ver en el recordado cine Izalco me resultó aburrida) y H. Hess con su “Lobo estepario” que sí me impactó. Ya en la universidad hice el esfuerzo con G. Grass y H. Böll, pero me atrapaban mejor los escritores latinoamericanos. Para terminar de amolar, los capítulos televisivos de “Combate” (“jaque mate rey dos, jaque mate rey dos, aquí torre blanca, responda”) eran poco benignos con aquel territorio y sus gentes. Beethoven y Wagner enseñaban que la música podía expresar desde la más delicada ternura hasta la más encendida euforia. Finalmente, recuerdo un extraño disco de variaciones de Bach en jazz que llevó a casa Carlos, mi hermano.

Tras meses de no poder asistir por motivos diversos, esta semana me las arreglé para procurarme una experiencia que me resultó extraordinariamente grata. “Encuentro con Legionarios. Recital en la Escuela Alemana” ponía la invitación que me llegó por correo electrónico. Acudí algo intrigado no sabiendo muy bien con qué habría de encontrarme.

Resultó que el Foro Cultural Salvadoreño Alemán y la Joven Camerata de El Salvador con la colaboración de otras instituciones culturales y comerciales, habían organizado el II Encuentro de músicos salvadoreños radicados en el extranjero. Tan grata resultó la noche que tuve la impresión que Ileana Rivera y Edwin Torres (cello), Gabriela Henríquez (viola), Diana Panameño (flauta), Sandra Rivera y Guillermo Esquivel (violín), Alejandro Arroyo (piano) y Daniel Domínguez (compositor) se habían juntado como amigos para “una tocada” y como buenos artistas, lo que más les gusta es compartirlo en público. ¡Y de qué forma lo hicieron esa noche! Ejecuciones limpias, con sentimiento, de gran nivel cada una de ellas. Los aplausos emocionados al final de cada participación eran sinceros. Debo admitir que cuando el quinteto de cuerdas empezó a regalarnos la “Variaciones sobre un Torito” la piel se me erizó: se me hacía extrañamente dulce imaginar al torito pinto hijo de la vaca mora dando de cornadas y siendo toreado por la Joven Camerata… ¡Salvadoreños haciendo tan bien las cosas! Fue el pensamiento que me asaltó. Y la esperanza y el optimismo y la ilusión por este país se me renovaron. También el convencimiento que el trabajo en educación es largo, es constante, es exigente. Recordé haber escuchado hace años a Alejandro Arroyo tocar el piano en Suchitoto siendo él casi un niño, volverlo a escuchar ahora fue un regalo. 

El parqueo era insuficiente, mi carro obstruía la salida y no pude quedarme a indagar más. Al inicio creí que eran exalumnos de la Escuela Alemana, pero luego supe que no. Me habría gustado saber ¿qué estudia cada uno, por qué afuera, cómo se costean sus estudios, su estadía, cuánto tiempo más estarán fuera, se quedarán, volverán, fueron elegidos por su calidad, es su propia pasión por el arte lo que los ha llevado tan lejos, tienen ayuda de la Embajada Alemana, de la Secretaría de Cultura de El Salvador, de empresas privadas mediante Programas de Responsabilidad Social? 


Tenemos mucho que aprender de Alemania, un país que quedó devastado luego de la II Guerra Mundial y que ahora lidera el mundo en industrialización y tecnología. Quizá la educación y la cultura sean las claves para el desarrollo sostenido y no las ideologías y la guerra. Un dato: la entrada es gratuita a los actos que organiza el Foro Cultural Salvadoreño Alemán y lo viene haciendo desde hace más de diez años.
Quisiera hablar alemán para decir con propiedad y con la gratitud que imagino nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores expresa en nuestro nombre a la embajada de Alemania por su apoyo a la educación y cultura de este país: Danke deutscheskulturforum.
 
*Colaborador de El Diario de Hoy