Los viajes de los efemelenistas tienen destinos muy definidos: las capitales centroamericanas, Estados Unidos, México, Suiza, París, Madrid, Roma... la expresidenta de la Asamblea anduvo por Roma, de seguro porque allí estaban reventando cohetes para una reunión.
Es toda una carretilla de viajes a países capitalistas, donde no sólo hay buenos restaurantes, discotecas, tiendas de lujo llenas de las mieles capitalistas de esas que frecuentaba el presunto enmillonariado Funes, asilado en Nicaragua después que la justicia salvadoreña le inició un juicio por presunto enriquecimiento ilícito.
Lo natural, pensamos, es que los marxistas, de ser consecuentes con su sectaria visión del mundo, vayan a Cuba, a Santiago, a Matanzas, a Varadero, viajen a Corea del Norte, donde torturan hasta a la muerte a muchachos estadounidenses, y, sobre todo, que se refocilen en ciudades venezolanas, en la mera metrópolis de la dictadura de Maduro, en lugares como Margarita, Guaira o Maracaibo.
Pero no, nada de eso para ellos. Piensan que un marxista digno debe ir a visitar lo mejor del capitalismo para indignarse de lo que los dueños de hoteles, restaurantes, discotecas, almacenes, etcétera, están robando a pobres guatemaltecos, franceses, italianos, españoles, toda esa gente explotada por la burguesía de esas naciones, por los “capitalistas chupasangre”.
La carretilla de esos viajes se asemeja a la del que llena su carretilla con las mieles del capitalismo pero se presenta disfrazado en programas para despotricar contra el capitalismo. El que muerde la mano de quien lo alimenta...
En los programas-entrevista que se transmiten en esta tierra de Dios es frecuente que salgan grandes luchadores del marxismo, de esos nombrados a dedo, todos son nombrados a dedo, ninguno por capacidad o conocimientos, se hacen lenguas sobre lo que será el futuro de El Salvador cuando reine el Socialismo del Siglo XXI, cuando a la mayoría le toque comer basura como a los venezolanos.
Pero, como suele decir Maduro el dictador, ¿qué prefieren ustedes, la revolución o dejar de comer basura?
Maduro prefiere la revolución aunque los venezolanos tengan que comer basura. Su dieta personal, al igual que la de sus secuaces, se sitúa al otro extremo de la galaxia.
No quieren un mundo socialista
sin un país donde desahogarse
Bien puede la señora diputada preguntarse quiénes son los dueños de las enormes cantidades de vehículos que circulan en Roma, aun en estos tiempos de penuria para Italia, penurias causadas por una sucesión de regímenes socialistas.
Esa misma pregunta puede hacerse con respecto a nuestra capital o nuestro país, donde circulan centenares de miles de vehículos, un tráfico muy intenso que ni de lejos se contempla en La Habana, donde pueden verse carcazas de vehículos de los Años Cincuenta tiradas por caballos.
Pues hay más vehículos propiedad de particulares en Soyapango, de los que pueden verse en La Habana, la “gloriosa capital del castrismo”.
Sin duda los socialistas del Siglo XXI son los primeros en rechazar que todo el globo terráqueo se convierta al marxismo, pues no tendrían donde comprar bienes de lujo, comer exquisitamente, vacacionar, en resumen, disfrutar de las mieles del capitalismo.