El turno del gobierno

Más que un pacto fiscal, lo que el país necesita hoy es un gobierno responsable, austero, eficiente y honesto; que apueste por el crecimiento económico y por la generación de empleo.

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28 July 2016

Después de veintidós nuevos impuestos, de endeudar al país en más de $6,500 millones, de despilfarrar millones en propaganda, viajes y lujos; de mantener la economía estancada y de ahuyentar la inversión privada con amenazas y mensajes injuriosos, el gobierno pretende resolver los problemas de liquidez del Estado con un pacto fiscal. Su ideologizada visión política no le permite reconocer que la verdadera causa de los problemas financieros del sector público consiste en gastar el dinero de los salvadoreños en la construcción de un modelo económico fracasado. 

El déficit fiscal es el resultado lógico de invertir millonarios recursos para mantener un populismo disfrazado de programas sociales, de financiar erróneas políticas públicas y promover leyes que ahuyentan la inversión, que dificultan la generación de empleo y que frenan el crecimiento económico.

 Y cualquiera pudiera pensar que los llamados del gobierno y de los voceros del FMLN a los sectores para negociar un pacto fiscal son sinceros. Pero tal y como lo demuestra la experiencia, nada hay más engañoso que sus repentinos arrebatos de aparente buena voluntad.
 
Ahora nos toca evaluar como país las propuestas de ajuste planteadas por el Fondo Monetario Internacional, ajustes que serán sin duda dolorosos y costosos para todos los salvadoreños que lo tendremos que pagar. Algo que perfectamente se pudo haber evitado si el gobierno lo hubiera querido.

 Hace casi siete años, los sectores empresariales le propusieron al primer gobierno del FMLN iniciar la discusión para un pacto fiscal. La respuesta del gobierno fue imponer la primera reforma tributaria para tener más ingresos.

 En mayo de 2010, en el marco del Consejo Económico y Social, con la participación de diferentes sectores de la sociedad civil se creó una comisión para acordar un pacto fiscal. Después de decenas de reuniones, en febrero de 2011, el gobierno descartó el tema y sus representantes, entre los que se contaba el Ministro de Hacienda (el mismo del gobierno actual) se levantaron de la mesa y dejaron que el esfuerzo se perdiera.
 
Durante todos estos años se sumaron a la tarea de solucionar el problema fiscal propuestas de instituciones como Fusades, Funde, la Cámara de Comercio y otras organizaciones de la sociedad civil. Esfuerzos que fueron ignorados por el gobierno. Mientras tanto, el hoyo financiero y la falta de liquidez del Estado seguían creciendo producto de una total ausencia de disciplina fiscal.
 
A finales de 2010, el sector productivo le presentó al gobierno una propuesta con 17 recomendaciones fiscales: nueve para reducir gastos y ahorrar, seis para aumentar sus ingresos y dos para refinanciarse de forma responsable. El gobierno ni siquiera respondió a la propuesta. 

Adicionalmente, en 2012, el gobierno firmó un acuerdo fiscal con los partidos políticos, el cual no le importó quebrantar a los pocos meses. 

En lugar de buscar las soluciones que le planteaban medidas de responsabilidad fiscal y de generar confianza para lograr un crecimiento económico y empleo sostenibles, optaron por lo que más fácil le resultaba: crear y aumentar impuestos. Las cinco reformas tributarias impuestas entre 2009 y 2015 demuestran que los gobiernos del FMLN no tienen ojos más que para nuevos impuestos.

 Los gobiernos del FMLN han sido los que, históricamente, han contado con más dinero, producto principalmente de más impuestos y más endeudamiento. Irónicamente, la recuperación de la economía del país ha marchado en forma inversamente proporcional al dinero adicional que el gobierno ha percibido.

 Con su actitud, el gobierno ha dejado muy claro que su verdadera intención en materia fiscal es recaudar más dinero para seguir financiando la sustitución de la economía de mercado por una economía dirigida, y contar con más recursos para reemplazar la democracia representativa por el mal llamado socialismo del siglo XXI. Es esa errada visión política lo que tiene a las finanzas públicas al borde del abismo.
 
Al gobierno nunca le alcanzará el dinero mientras no renuncie a su testarudo objetivo de impulsar un modelo económico como el que ha sumergido en la crisis a Venezuela, que dicho con las palabras del Presidente Sánchez Cerén, “es el faro que ilumina” su horizonte político.

 La discusión sobre la situación financiera del Estado debe entonces orientarse hacia otro objetivo. ¿Vamos los salvadoreños a seguir pagando para que la fuente de todo este fracaso continúe? ¿Vamos a resolver el “impasse fiscal” del gobierno para que siga con su modelo fracasado? ¿o vamos a pagar pero vamos a garantizar el futuro democrático y el progreso de nuestro país exigiendo cambios verdaderamente positivos? 
Más que un pacto fiscal, lo que el país necesita hoy es un gobierno responsable, austero, eficiente y honesto; que apueste por el  crecimiento económico y por la generación de empleo. Lo que necesitamos es un gobierno con una visión pragmática y menos ideologizada de la realidad y de nuestro futuro como país. Lo que se necesita es un cambio de orientación, un cambio de rumbo.

 Pero, por el momento, para evitar que el país se hunda, hay que sacar al Estado del hoyo. Eso se logrará reduciendo gastos y aplicando una política de austeridad, frenando el endeudamiento e invirtiendo de forma más inteligente los recursos públicos. También hay que incorporar en la base tributaria a los informales con capacidad de contribuir, hacer presupuestos realistas, focalizar los subsidios, crear las condiciones para que haya más inversión y empleo, dejar de violentar la institucionalidad y suprimir los discursos belicosos contra el sector productivo. 

Las finanzas públicas nunca se van a estabilizar si el interés del FMLN es solo pactar una tregua fiscal con miras a fortalecerse en el gobierno y continuar utilizando los recursos públicos en su desfasado proyecto político. Si no se aplican los correctivos a tiempo, el FMLN no parará hasta dejar las arcas públicas vacías. 

Muy bien lo dijo Margaret Tatcher: “El socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero…de los demás”.

*Expresidente de ANEP.