Autoengaño

Estudios recientes demuestran que es un patrón de defensa incluido en la negación y que se manifiesta precisamente como autoengaño.

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30 July 2016

Es importante hacer notar que desde que nacemos nuestros sentidos nos engañan al percibir una realidad que no es la verdadera, a medida que crecemos son precisamente nuestros familiares más cercanos o nuestros propios padres los que usualmente “nos engañan”, al usar “mentiras piadosas” para suavizar la realidad de eventos traumáticos como que “las vacunas no duelen” o que la “separación escolar será por unos minutos”. Para los estudiosos de la conducta humana estos eventos son decisivos para fomentar el aparecimiento de una conducta que es más problemática y dañina: El autoengaño.

En general todos nos autoengañamos, de una manera o de otra. Hay autoengaños colectivos como los que ocurren cuando tratamos de ver el cambio climático como un evento ficticio a pesar de notar sus consecuencias cada día. También es un autoengaño colectivo el pensar que la situación nacional, regional o mundial mejorará con la “participación de otros y que la nuestra no es necesaria”. Nos autoengañamos individualmente cuando suspendemos el medicamento por uno o dos días y nos repetimos que eso no tendrá consecuencias en nuestra salud.
Se autoengaña el que, sabiéndose alcohólico, al ingerir bebidas embriagantes se define como “bebedor social” o el tabaquista que insiste en que “dos cigarrillos al día no le hacen daño a nadie”, aun cuando todos sabemos que afecta la salud del tabaquista y de su entorno social. Se autoengaña la madre del malhechor cuando intenta minimizar las acciones delictivas de su hijo. Es autoengaño cuando el padre golpea a su hijo y se justifica diciéndose que es una “pequeña muestra de disciplina” cuando en realidad entra en la categoría de abuso intrafamiliar. Y así la lista se vuelve interminable y cubre prácticamente todas las esferas del diario vivir.

Aun cuando la definición de autoengaño es en su forma más elemental, “el acto de engañarse a uno mismo”, su definición operativa según las ciencias de la psicología social es mucha más compleja pues implica el hecho por medio del cual las personas aparentemente “creen en algo que saben que es falso” pero que va mas allá de la falsedad, exageración y las simples mentiras. Por mucho tiempo se dudó que una persona pudiera funcionar como el “engañador y el engañado” a la vez, sin embargo, estudios recientes demuestran que es un patrón de defensa incluido en la negación y que se manifiesta precisamente como autoengaño. Señala la presencia de una realidad traumática con la que no se puede convivir, un contexto cruel que debe ser ignorado o que requiere modificar su significado.

En la última década del siglo XX, diversas disciplinas que incluyen las neurociencias, la psicología social y la biología evolucionista intentaron darle una explicación a este fenómeno y sus consecuencias a corto y largo plazo. Las conclusiones prácticas de estos estudios son que el autoengaño cumple con dos finalidades claras: posibilita al que se autoengaña el evitar la responsabilidad de sus acciones y es una forma de ejercer poder irresponsablemente sobre otras personas. Las ciencias del comportamiento aún tienen trabajo por realizar pues la pregunta más importante y que sigue siendo válida, por ser de carácter personal, es: ¿usted con qué y cómo se autoengaña?


*Médico y colaborador
de El Diario de Hoy.