Los guatemaltecos se hartaron de la corrupción del gobierno y salieron a las calles para decir “Basta ya”, y con el apoyo de la CICIG hoy tienen en el banquillo de los acusados, al expresidente y exvicepresidenta, y a más de 57 funcionarios que abusaron del poder en beneficio propio. En Honduras, el pueblo soberano está pidiendo cuentas a funcionarios corruptos, con el apoyo de una comisión internacional.
También los salvadoreños hemos expresado la necesidad de una CICIES, con funcionarios internacionales, para terminar con la rampante corrupción. De inmediato, han surgido indignadas voces del FMLN, alegando que aquí no necesitamos extranjeros que vengan a investigar, porque nuestras sólidas instituciones y el estado de derecho imperante, son suficiente garantía de que nosotros podemos arreglar nuestra casa.
Fácilmente puede demostrarse la falsedad de tales afirmaciones, ante la manifiesta debilidad de nuestras instituciones, de la presunta corrupción de los funcionarios y del irrespeto absoluto a la Constitución, en un inexistente estado de derecho. Es vergonzoso que el Presidente y Vicepresidente de la República, presidenta de la Asamblea y la cúpula del partido gobernante, cínicamente arremetan e insulten a los magistrados de la Sala de lo Constitucional, que con su valiente trayectoria se han ganado el respeto y admiración de los ciudadanos, considerándolos como el único baluarte para defender la institucionalidad.
Se les acusa de golpistas, de estar sometidos a las gremiales y a la derecha, y hasta han desobedecido sus acertadas sentencias, cuando no son de su conveniencia, llegando a amenazarlos con recurrir nuevamente a la Corte Centroamericana de Justicia. Todos vemos corrupción en la Corte de Cuentas, que lejos de cumplir con su cometido, revela cada día una oscura red de ilegalidades. La ANDA rechaza informar sobre el uso que dio a los recursos provenientes del alza de tarifas. La CEL jamás explicó los motivos que tuvieron sus expresidentes, sin experiencia para desempeñar el cargo, sino su amistad con el exmandatario que regaló los $108 millones, por el hoyo del Chaparral, sin que sepamos hasta hoy las razones para semejante regalo. Hoy la autónoma está tan urgida de dinero, que casi se define como empresa de beneficio social.
Hay corrupción y manejos turbios en la Asamblea, desde que Sigfrido Reyes la manejó como su propia finca, fue premiado con la dirección de PROESA, con altísimo sueldo, sin haber sido investigado por la Fiscalía. La rabia manifiesta de los diputados por quedarse sin suplentes y tener que trabajar, la aprobación sucesiva de presupuestos desfinanciados, la interminable lista de asesores ignorantes, pero con jugosos sueldos, más los cargos paralelos en la Asamblea Legislativa de los del PARLACEN, exigen urgentemente una limpia.
Da vergüenza que el Secretario de Transparencia no haya tenido el coraje disculparse por haber ofendido a una respetada señora, pero sí el cinismo de decir que “algo tan pequeñito como un comentario de menos de un minuto, da lugar a un escándalo en la plaza y posteriormente a toda una coyuntura mediática”. ¿Durarían menos de un minuto sus entrevistas en TV y en otros medios, donde vertió las calumnias que hoy cobardemente niega?
La venta de armas, la tregua con pandillas, narcotráfico en altos niveles, contratos con empresas de discutida moralidad, rechazo a las recomendaciones del FMI, la creación continua de nuevas plazas con altos sueldos, el enorme presupuesto de CAPRES, son algunas de las muchas razones que demandan la presencia de una CICIES. Pero es deprimente considerar que son los mismos funcionarios culpables, los que tendrían que solicitarla. ¿Tendremos los salvadoreños la paciencia de seguir esperando y aguantando?
*Columnista de El Diario de Hoy.