“Maragedón” y los “acuerdos de paz” con las FARC

De llegarse a la “tregua” entre el gobierno colombiano y las FARC, Timochenko se podría convertir en el financista, cuasi universal, de la corrupción hemisférica. 

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04 June 2016

"Maragedón" ---parodia del título que lleva la enigmática profecía bíblica, Armagedón---, que vendría a ser, sin que implique abuso del símil, la batalla final de las maras, del crimen organizado, contra El Salvador, y ¿por qué no?, también contra otros países de Centro, Sudamérica y de otros: una especie de ofensiva final hasta el tope, que puede ocurrir cuando la delincuencia, cada vez más fortalecida por la ineptitud y corruptela de los políticos, impune, mejor armada y dueña de más y más territorios, se haga con un nuevo y poderoso financista.

Pero, ¿por qué advertir que la conflagración podría sobrevenir después ---si es que se realizan---, los “acuerdos de paz” entre las FARC y el gobierno colombiano y cuál es la naturaleza de este arreglo?

Para comenzar, quienes crean que los acuerdos con las FARC solo atañen a los colombianos ¡están equivocados! Veamos: Maduro llegó ya al final del camino, está convertido en un bagazo político y económico al que no le queda ni gota de zumo que exprimir para saciar la sed de sus albasocios ni la de sus obsequiosos petrocaribes. Por elemental supervivencia el gobierno de Venezuela deberá suspenderles los subsidios, porque el grifo de los petrodólares de PDVSA se secó debido a la deplorable administración del recurso.

Los parámetros del “acuerdo de paz” entre el gobierno colombiano y los jefes de las FARC son casi una copia al carbón de los acuerdos de paz de El Salvador, pero con abismales diferencias. En el caso salvadoreño “la paz” fue acordada después de largos debates entre la guerrilla, los representantes del gobierno y diversos sectores de la sociedad, con la amplia participación de la llamada “comunidad internacional”, a través de las Naciones Unidas, que supervisó cada uno de los actos, principios, cláusulas contractuales que, en teoría, deberían alentar ---no por necesidad “garantizar”, como se ha visto---, la concordia. Estos fueron: la amnistía universal, deposición de las armas, carta de legitimidad de la guerrilla como partido político, disolución de los cuerpos de seguridad y separación de su reemplazo de la administración militar, entre otros.

Pero, ¿qué vemos en el caso colombiano? Uno, todo el proceso está en manos de cuatro protagonistas: Santos, Maduro, Raúl y, pongámosle atención, “Timochenko”, el jefe de las FARC. La pintoresca frase de los franceses, quienes saben mucho de amores ilícitos: “un menage a trois”, para designar a un non sancto triángulo amoroso, puede aplicarse a esta cuadriga como “un menage a quatre”, apoyado por asesores salvadoreños, entre ellos Villalobos y, antes que él, Schafik, que recomendaron el modelo salvadoreño. Estamos frente a un monstruoso engendro, un pacto con los narcoterroristas de las FARC, nada menos que con la “inocente” presencia y padrinaje de los Castro.

Dos, amnistía universal para una y otra de las partes “en conflicto”. En El Salvador se partió del principio de que había dos partes en pugna, aquel simplista concepto de derecha vs. izquierda, y se confirmó la amnistía que incluyó a delitos comunes como los secuestros, asesinatos selectivos y las bandas de exterminio, en categoría de crimen político. ¿Disolución de los cuerpos de seguridad? ¿La guerrilla como partido político? Todo sea por la paz. Pues bien, ese es el paquete que le quieren entregar a las FARC. Estremece pensar que, por esta vía, Timochenko podría llegar a ser presidente de Colombia.

Tres, es ingenuo creer que dentro de este contexto las FARC y su jefe vayan a renunciar a su imperio de la droga que alcanza a Sudamérica, al servil pasillo del Istmo centroamericano, al Triángulo Dorado de Sinaloa, Durango y Chihuahua, en México, los Estados Unidos, Europa y lugares tan remotos como las rutas del opio en Afganistán, entre otros destinos. La guerrilla colombiana nunca fue ideológica, ha sido solo un obsceno narconegocio. 

De llegarse a la “tregua” entre el gobierno colombiano y las FARC, Timochenko se podría convertir en el financista , cuasi universal, de la corrupción hemisférica. Con dinero de bolsillo podría comprar voluntades, ojos ciegos y mareros en El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, suma y sigue…

No hace falta ser profeta para advertir que cada vez podría estar más cerca, el bronce de las trompetas de “Maragedón”.

*Periodista
rolmonte@yahoo.com