Venezuela en caos

Se lo dijo un taxista en tono amargo a un amigo que se encontraba de visita, ante la pregunta de cómo iba la vida por allá: “En Venezuela no se vive, se sobrevive”.

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05 June 2016

Venezuela está en caos. No, no está en caos “otra vez”. Tristemente, está en caos como siempre desde que el hurto y destrucción de las instituciones que decidieron llamar socialismo del siglo 21 se instaló con éxito, anulando del todo cualquier posible símil con una república democrática con separación de poderes e igualdad ante la ley. Se suponía que habría igualdad y, sin embargo, en Venezuela solo quienes aún tienen capacidades económicas se dan el lujo de comer los tres tiempos. El país petrolero que financiaba el esparcimiento cuasi imperialista del “buen vivir” de ALBA tiene entre manos una crisis humanitaria pues sus propios ciudadanos haciendo fila en supermercados, lidiando con la escasez de comida, medicamentos e intentando hacer vida normal con las limitaciones que imponen los cortes continuos de energía. Se lo dijo un taxista en tono amargo a un amigo que se encontraba de visita, ante la pregunta de cómo iba la vida por allá: “En Venezuela no se vive, se sobrevive”.
 
Y no es solo la falta de recursos económicos el problema que azota a los venezolanos. El enquistamiento de la clase política es igual de deprimente: quienes están en el poder han moldeado las instituciones de manera que la división de poderes solo existe en papel. Muchos acusan a la oposición (la de Capriles) de haberse acomodado al status quo y de seguirle cómodamente el juego al gobierno, esperando pacientemente su turno. Se diferencian de la “otra” oposición en que los otros están presos sin posibilidad de libertad o debido proceso, por no acomodarse. 

Afortunadamente la OEA, que bajo José Miguel Insulza se había convertido en el “árbitro comprado” de Venezuela, aparentemente desempolvó la Carta Democrática y recordó su utilidad práctica pues el secretario Luis Almagro se ha vuelto un elocuente defensor de la democracia y los derechos humanos de los venezolanos. La semana pasada, Almagro sorprendió de manera positiva al proponer que se determine formalmente el cumplimiento de Venezuela con la Carta Democrática. Por supuesto que el paladín de la diplomacia, los buenos modales y los tratados multilaterales que conocemos como Nicolás Maduro, respondió de inmediato, dándole al secretario Almagro detalladas instrucciones de cómo tenía que enrollar la carta y proponiendo el lugar exacto donde almacenarla, demostrando que la democracia, la separación de poderes, y la institucionalidad le salen sobrando.

La respuesta de Maduro no ha sorprendido a nadie porque por desgracia, nos tiene ya acostumbrados. Lo de Venezuela se está volviendo el nuevo normal. Sus creativas maniobras para lidiar con quienes se le oponen -- como la última, de acusar ante el Tribunal Supremo (que tiene bajo su dominio) a la directiva de la Asamblea de supuesta traición a la patria -- se están convirtiendo en el mapa de ruta para sus gobiernos aliados y demás simpatizantes. Para demostrar su compromiso con la Carta Democrática y garantizar a sus ciudadanos su total rechazo a las maniobras ilegítimas del gobierno de Venezuela les compete al resto de naciones miembros de la OEA hacer eco de las palabras de Almagro.
 

*Lic. en derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University. 
Columnista de El Diario de Hoy
@crislopezg