En un mundo cada vez más egocentrista, enfocado en la individualidad y en la predominancia de los logros personales, se hace cada vez más necesario el que instruyamos a las nuevas generaciones en el valor que tienen las relaciones familiares y sociales. Así, los vínculos familiares o vínculos de filiación son importantes porque permiten al recién nacido estar en contacto con padre, madre y una familia que le ayuda en el inicio de la función de sociabilización. Esto contribuye al equilibrio afectivo del nuevo miembro de la familia pues le garantiza el contacto con otros miembros lo que le da seguridad y estabilidad. Posteriormente aparece el vínculo social, que se inicia cuando nos contactamos con otros miembros que no son de nuestro grupo familiar, casi siempre al iniciar la escuela.
En el pasado los padres adquirían los conocimientos necesarios para realizar esta tarea de formación de los vínculos familiares y sociales en forma adecuada, basándose en sus propios modelos paternales y de la experiencia directa cuando empezaban a tener sus propios hijos, convirtiéndose en una “experiencia de prueba y error”. En la actualidad, la tendencia es que los padres adquieran los conocimientos previo al nacimiento de sus hijos, anticipadamente y apoyándose en la información publicada en los medios de comunicación masiva y en las redes sociales.
Lo que sí es definitivamente un denominador común en la “forma antigua o moderna de cuidar a los hijos” y en la manera de ayudarlos en la conformación de los procesos para hacerlos tener vínculos familiares y sociales fuertes y apropiados, es el hecho que los padres deben establecer una relación de autoridad que debe comenzar desde los primeros años de vida de sus hijos y que debe ir evolucionando en la medida que estos crecen. Es esta imagen de autoridad la que se vuelve necesaria para establecer la “co-regulación”, término que define al proceso de supervisión por medio del cual los padres ejercen una supervisión general, permitiendo que sus hijos tomen decisiones pertinentes a su vida en cada momento. Esta co-regulación debe iniciarse temprano en la vida de los hijos, pues la finalidad última es la de protegerlos de decisiones no acertadas en el presente y ayudarlos a tomar decisiones correctas en el futuro; un futuro de decisiones que para ellos comienza en la adolescencia temprana.
La importancia de estos vínculos fue puesta en perspectiva en el estudio clásico publicado en la revista médica “Desarrollo Infantil”, realizado hace 25 años por los investigadores Wyndol Furman y Duane Buhrmester, demostrando que los niños de quinto y sexto grado que han tenido las influencias adecuadas en su infancia, ya logran describir a sus padres como las personas más influyentes en sus vidas. Paso necesario para que en la adolescencia y en la edad adulta, ellos recurran a sus padres en busca de afecto, consejos y asistencia para los problemas de la vida diaria. Señalando que los lazos que no se lograron forjar a edad temprana harán difícil la convivencia familiar y social en el futuro.
*Colaborador de El Diario de Hoy