Tres mujeres

Así las necesitamos a montones: que sepan sobresalir por lo que hacen, no por lo que gritan, en un ámbito donde, por lo visto, hacen muy bien lo que se debe hacer, tal vez mejor que algunos hombres.

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Por Elizabeth Castro

09 June 2017

Algunos de ustedes estarán pensando en aquel memorable libro de cuentos que nuestro querido autor salvadoreño, según él mismo me contara, comenzó como un juego o desafío literario que propuso a algunos de sus amigos escritores: había que escribir un cuento que empezara con la frase “Tengo tres mujeres con casa puesta y no puedo ir a dormir donde ninguna de ellas porque las tres me pegan”. El autor siguió dando rienda suelta a su ingenio y creatividad, produjo una serie de tres cuentos, en cada uno de los cuales aparecían tres mujeres, por lo que los tituló “Tres mujeres al cuadrado”. Tal obra le procuró, compartido, el Segundo Premio en el VIII Certamen Nacional de Cultura a nivel Centroamericano y de Panamá en 1962.

Con el Dr. José María Méndez como candidato el país ya tendría ganado el primer Premio Nobel en la categoría “Al fino ingenio y negro humor”. Si alguien lo duda, hágase el favor de leer sus “Cuentos del Alfabeto”, “Disparatario”, “Fliteando” o su “Diccionario Personal” y opine luego. Claro, el Comité del Premio en Estocolmo habría tenido que crear esa categoría, que no existe, y habría tenido que conseguir, por aquellas latitudes, jueces con un sentido del humor tan negramente desarrollado como el de nuestro entrañable autor, lo que juzgo tarea casi imposible.

Pero no me quiero referir a aquellas “Tres mujeres al cuadrado” del Doctor Méndez, sino a las que aparecen perfiladas en la “Revista Construcción” de la Cámara Salvadoreña de la Industria de la Construcción, Casalco, en su edición de marzo/abril de este año. “El Toque Femenino” titulan el artículo en el que se muestran el desempeño sobresaliente de tres profesionales que han logrado alcanzar el éxito en el campo de la construcción: Claudia de Ibáñez, Gerente de Asuntos Corporativos de Walmart en México y Centroamérica; Karla Jeannette Benítez, Directora Ejecutiva del Instituto Salvadoreño del Cemento y el Concreto (ISCYC) y María Isaura Arauz, expresidenta del Colegio de Arquitectos y exdirectora Nacional de Patrimonio Cultural, por muchos años. Tengo el privilegio de conocer personalmente a dos de ellas y puedo dar fe de su entrega como profesionales, honradez como ciudadanas y delicadeza como personas.

Subrayaré dos aspectos del artículo. Uno, las tres son egresadas de universidades salvadoreñas (“José Matías Delgado”, la primera, y “Albert Einstein”, las dos últimas). Las tres continuaron sus estudios fuera, pero cada una se muestra orgullosa de su alma mater nacional, donde adquirieron sólidas bases profesionales. La fiebre por “estudiar fuera” es pandemia en nuestros jóvenes y no se los puede culpar: el mundo se ha reducido y nuestra sociedad no acoge, expulsa. Se van fuera creyendo que con ello garantizan calidad educativa, lo que no es cierto. Al igual que estas tres mujeres destacadas, la gran mayoría de los actuales profesionales en ejercicio, dirigentes empresariales, industriales, políticos y de organizaciones públicas y privadas estudió en El Salvador. Nuestra educación universitaria no era ni mala ni insuficiente, dependía que quien la recibía (como estas tres exalumnas) se la tomara en serio y se encargara de hacerla producir después. Creo que se puede tararear la misma tonada en estos días.

Dos, ninguna de ellas se muestra como adalid de la igualdad femenina y, sin dudar, en su trayectoria ha debido enfrentar obstáculos por el solo hecho de ser mujeres. Sin alharacas ni aspavientos consiguieron, con hechos, la que tengo para mí como la verdadera igualdad femenina: desplegar sus capacidades profesionales y laborales al máximo, manteniendo siempre la femineidad propia de las mujeres. No creo que ganen menos de lo que ganaría un hombre en esos puestos. Tendremos que volver a la moda que mandaba usar sombrero, para quitárnoslo, respetuosos y con admiración, ante estas tres mujeres que ahora distinguen los constructores. Así las necesitamos a montones: que sepan sobresalir por lo que hacen, no por lo que gritan, en un ámbito donde, por lo visto, hacen muy bien lo que se debe hacer, tal vez mejor que algunos hombres. Me atrevo a apostar que las tres se ocupan también con esmero de sus responsabilidades hogareñas, con gusto, con orgullo y sin sentir que desmerece un ápice su desempeño profesional. Mujeres plenas, activas, íntegras, distintas, no iguales.

Mis sinceras felicitaciones a las tres y a Casalco por saber reconocerlas.

*Psicólogo y colaborador de El Diario de Hoy.