El cerebro paterno

El estudio es considerado muy importante pues demuestra que el patrón de comportamiento paterno está modulado por funciones cerebrales específicas y que estas varían según el género del hijo.

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Por Elizabeth Castro

09 June 2017

Todas las madres presentan desde el inicio del embarazo cambios en sus cuerpos que resultan obvios, tales como el crecimiento uterino. Sin embargo, muchos otros no han sido tan evidentes y eran hasta hace relativamente poco tiempo, pobremente comprendidos. Estos cambios incluyen modificaciones neurohormonales que actúan especialmente sobre el cerebro, todo con la finalidad de llevar a feliz término el nacimiento de un bebé sano y formar una relación de especial afecto denominado “vínculo de apego”. Este es el término actualmente usado en relación a las madres con sus hijos para hacer la concordancia con el anteriormente llamado “instinto materno”.

El “vínculo de apego” se inicia en las madres con el embarazo y se madura a medida que se acerca el nacimiento, teniendo su culminación con la lactancia. Razón por la que se hace especial énfasis en la lactancia materna no solamente como alimento orgánico sino como vínculo sentimental.

De la misma manera que estas modificaciones no eran bien comprendidas hasta hace pocos años, así de incomprendidos eran los cambios que se realizan en los padres ante el embarazo y próximo nacimiento de un hijo. Tanto era así que se cuestionaba que hubiera un “vínculo de apego paterno” como tal. Sin embargo, los padres tienen que conquistar este vínculo con la comprensión de los cambios que se llevan a cabo en el embarazo de su pareja y con la participación activa de sus necesidades. Así se logra una relación de reciprocidad de las regiones cerebrales que modulan los proceso cognitivo-emocionales.

Un original estudio realizado en la prestigiosa Universidad Emory en Atlanta, Estados Unidos, que investigó la respuesta cerebral de los padres ante sus hijos y que ha sido publicado en la edición de junio 2017 en el “Journal of Behavioral Neuroscience” demuestra que los padres están condicionados para responder a las necesidades de sus hijos en forma diferente si estos son niños o niñas. Por ejemplo, los padres de niñas responden más rápidamente cuando ellas lloran que cuando son los niños los que lloran; además los padres de niñas suelen usar lenguaje más analítico-matemático con ellas a medida que crecen, por lo que se vuelven usuales palabras como “todo”, “mucho”, “único”. Por su parte los padres de niños suelen enfatizar situaciones de logro con palabras como “campeón”, “ganar”, “súper”, “el mejor” y tienden a ser más bruscos con sus hijos a medida que crecen. El estudio es considerado muy importante pues demuestra que el patrón de comportamiento paterno está modulado por funciones cerebrales específicas y que estas varían según el género del hijo. La forma en que esto afecte positiva o negativamente en el futuro de los hijos es clara y confirma que la influencia paterna ayuda a dibujar el futuro de los hijos.

En pocas palabras, con los datos aportados por las ciencia médica sabemos que el cerebro paterno sufre cambios, es decir se “reprograma” con la finalidad de poder hacer frente a los retos que se presentan al llegar los hijos. También hemos aprendido que, desafortunadamente, no todos los hombres son sensibles a los cambios que se generan en su interior para favorecer una paternidad completa.

Para todos aquellos que sí han reconocido el “llamado de la naturaleza” para ser buenos padres y que responden a las necesidades de sus hijos y familias en forma responsable: Felicidades en el próximo Día del Padre.

*Médico y colaborador de El Diario de Hoy.