Pandemic y la corrupción

La corrupción es una pandemia. Sus cubos han infectado todo: La iglesia, la familia, las empresas, el deporte, y, naturalmente, al gobierno.

descripción de la imagen

Por

23 June 2016

Pandemic es un juego de mesa.

Cuatro enfermedades se dispersan por la tierra. Los jugadores deben viajar por el mundo, mitigar la pandemia y encontrar la cura de esas pestes.

El tablero es el mapa del mundo. En él aparecen varias ciudades que se conectan por líneas entre sí. Unos peones representan a los jugadores, y las enfermedades son cubos de cuatro colores distintos.

Las enfermedades son mas rápidas que los jugadores. A través de ciertas cartas que se van revelando, los cubos llenan aceleradamente las distintas ciudades.

Pero los jugadores avanzan lentamente (muy lento). Cada uno en su turno solo puede realizar cuatro acciones de entre varias opciones; tales como avanzar a una ciudad adyacente o quitar un cubo (sí, solo un miserable cubito de entre todos los que inundan el tablero).

Cada personaje tiene habilidades distintas: El médico puede en una sola acción retirar todos los cubos de un mismo color de una ciudad; la científica puede descubrir la cura de una enfermedad más fácilmente; el transportista puede mover a sus amigos de una ciudad a otra con mayor rapidez y así.

Es un juego cooperativo. Y para ganarlo se requiere de mucha coordinación.

Es solo un juego. Pero como en todo, si uno se detiene a leer entre líneas, en él se descubren valiosas lecciones para la vida real.

Cuando a mitad del juego usted esté en Calcuta rodeado de cubos amarillos, y vea que sus amigos luchan angustiosamente contra enfermedades azules o rojas allá en Bagdad, Ho Chi Min o Nueva York, tal vez recuerde la desesperanza e impotencia que siente al leer sobre la corrupción en las noticias, o al conversar sobre ello con sus parientes y amigos. 

La corrupción es una pandemia. Sus cubos han infectado todo: La iglesia, la familia, las empresas, el deporte, y, naturalmente, al gobierno. Ese fantasma recorre todo el mundo.

En el tango Cambalache Discépolo expresa esa desesperanza ante la corrupción. Dice: “Es lo mismo el que labura/noche y día como un buey,/que el que vive de los otros,/que el que roba, que el que mata/o está fuera de la ley”.

Recientemente hemos visto cómo un escándalo de corrupción opaca al anterior. Pero en medio de todo ello hay esperanza. La solución contra esa enfermedad está en usted, sus parientes y sus amigos.

La corrupción carcome todo rápidamente. Y es cierto que usted y su gente tienen movimientos muy limitados (como en Pandemic). Pero cada uno cuenta con habilidades distintas. Lo importante es descubrirlas, usarlas, y moverse. Siempre moverse.

Ningún movimiento contra la corrupción es inútil. Por mas pequeño que sea.

Uno presentará una solicitud de acceso a la información pública; otro, una demanda amparo, contencioso administrativo o de inconstitucionalidad; aquel una denuncia ante el Tribunal de Ética Gubernamental; ese otro publicará un reportaje periodístico; y así.
Usted, sus parientes y amigos, desde la llanura ciudadana, pueden hacer pequeños pero significativos movimientos para vencer a esa enfermedad.

Pero aún eso es insuficiente. La única manera de ganar Pandemic es trabajando en coordinación. Igual ocurre con la lucha contra la corrupción. Todos tenemos habilidades para luchar contra ese mal. Pero si las usamos de forma aislada desaprovecharemos nuestro potencial.

Hoy existen mejores mecanismos de coordinación que cuando Discépolo escribió Cambalache. Las redes sociales han demostrado ser una herramienta fundamental para coordinar iniciativas ciudadanas dispersas y llevarlas a buen puerto. Miremos a Guatemala. Recordemos cómo se detuvo el decreto 743.

Pero si desistimos o si evitamos socializar las iniciativas que se nos ocurran, esos malditos cubos de colores se comerán lo que queda de El Salvador.
 

*Colaborador de El Diario de Hoy.
dolmedo@espinolaw.com