¡Siga llenando su carretilla con los frutos del capitalismo!

Estar en un país libre es lo que cualquier persona debe agradecer a Dios, por haber tenido la buena fortuna de nacer en este suelo. Y ojalá que ese buen señor que ha acaparado la atención de las redes sociales siga comprando por muchos años lo que le dé la gana comprar.

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Por Elizabeth Castro

07 June 2017

Cualquier persona, incluyendo políticos del extremo espectro de una ideología, tiene todo el derecho de ir a un supermercado ataviado como le venga en gana --casual, de traje, en pantalones cortos-- y llenar su carretilla con los electrodomésticos que le dé la gana.

¿Acaso no estamos en un país libre y libramos batalla día tras día para preservar esa libertad?

Estar en un país libre es lo que cualquier persona debe agradecer a Dios, por haber tenido la buena fortuna de nacer en este suelo. Y ojalá que ese buen señor que ha acaparado la atención de las redes sociales siga comprando por muchos años, “por los siglos de los siglos”, lo que le dé la gana comprar.

El buen señor, como cualquier salvadoreño, es la envidia de venezolanos y cubanos, que en sus países no pueden comprar --pues no hay nada que comprar en Venezuela-- o no pueden comprar sino que tienen que conformarse con lo que sus capataces disponen que tengan.

Un vistazo a la carretilla revela hechos muy importantes:

--los electrodomésticos son lo normal en nuestros países, pues hasta las familias pobres tienen radios, neveras, cocinas de gas o eléctricas. Tener acceso a utensilios o aparatos que hace cien años ni los reyes tenían es el gran logro del capitalismo y la economía de mercado. La competencia entre productores ha ido abaratando todo y mejorando su calidad.

--nadie impone sobre nadie una marca o inclusive un equipamiento; la gente escoge por su cuenta y lo que en un cierto momento estaba de moda, diez años más tarde es menos apetecido.

Poder escoger es lo esencial de las sociedades libres, y ese escoger se convierte en el plebiscito diario: cada día lo que compramos o dejamos de comprar es un voto a favor de un producto, voto positivo que fortalece a un fabricante, o voto negativo que o lo obliga a “ponerse las pilas” y mejorar calidad, durabilidad, diseño y precios, o le concede la victoria al adversario.

--el otro hecho es que cada productor es protegido por patentes, un premio a la innovación. Mientras más patentes genera un país, más exitoso será en las guerras comerciales.

Cuba no genera patentes y Venezuela dejó de ser un país innovador en la industria del petróleo desde el momento en que Chávez, “en un arrebato revolucionario”, estatizó PDVSA, despidió a todo el personal y con ello le dio un golpe de muerte a la industria; es más costoso para Venezuela extraer petróleo, que los precios que obtiene vendiendo ese petróleo.

Despotrican contra los productores pero les encanta lo que producen

Un simple hecho demuestra la enorme diferencia entre países libres y naciones subyugadas: en los primeros, el colorido de empaques, productos, pósteres, es enorme y variado, como se puede ver hasta en las tiendas más pobres de un cantón.

En cambio, “como nos consta por haberlo visto muchas veces”, detrás de los muros del totalitarismo todo es opaco, sin color, parejo, como parejo era el uniforme que Mao impuso sobre los chinos durante décadas.

“Buena que la tienen”, por ahora, los socialistas del Siglo XXI, que pasan despotricando contra el capitalismo pero les encanta disfrutar de sus mieles, sus restaurantes, sus autos fabricados en naciones capitalistas, su cine y sus programas de diversión y, por encima de todo, sus mercados y supermercados rebosantes de bienes.