A la administración Sánchez Cerén no le importan los ninis

Si de verdad le interesaran, invertiría lo posible en asegurarse que el acceso a la educación no es limitado por la inseguridad. Fomentaría la inversión para que el crecimiento económico genere empleos.

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26 June 2016

El gobierno del buen vivir acaba de anunciar su más reciente política pública: subsidiar a 15,000 jóvenes que ni estudian ni trabajan. Entre otras cosas, falta por esclarecer con qué criterio es que serán seleccionados los 15,000 “afortunados”, ya que el problema del sector poblacional constituido por jóvenes que no estudian ni trabajan es casi 30 veces más grande que los 15,000 que arbitrariamente ha decidido “becar” el gobierno de Sánchez Cerén.

Vale la pena, antes de hablar de la política pública, hablar un poco sobre los ninis. Gran parte de la opinión pública los ha crucificado casi con la misma furia con la que al presidente, tachándolos de vagos o delincuentes. De entre los 415,000 que según estadísticas conforman la población económicamente inactiva, las leyes de las probabilidades indican que algunos habrá que llenen los parámetros de vagos, perezosos (pero escrito con h) o delincuentes. Pero la generalización perezosa que todo nini lo es de manera voluntaria, no solo es incorrecta, sino peligrosa, porque absuelve de la culpa de este grave problema a las verdaderas causales.

¿O es que las jóvenes que son amenazadas con violaciones camino a la escuela dejan de  estudiar voluntariamente? (ojo, que 8 de 10 ninis son mujeres) ¿Acaso los tipos que no terminaron de estudiar porque la escuela se la tomó la mara quieren quedarse sin título de bachillerato? Y el círculo vicioso es tal que los pocos - ¡poquísimos! - empleos que puede generar nuestra economía anémica para mano de obra no preparada se van a los que no tuvieron que enfrentar la mala suerte de crecer en un territorio donde la inseguridad le ha ganado al Estado de Derecho y a la aplicación de la ley, y lograron estudiar un poquito más.

Ese tipo de lógica entendería la pobreza, entonces, como algo eminente y exclusivamente voluntario. Y si así fuera, la riqueza, de manera opuesta, debería serlo también. Sin embargo, la evidencia demuestra que las oportunidades, el acceso a la educación, y tristemente, la suerte, terminan importando muchísimo. Eso sin tomar en cuenta la inseguridad, que es el mayor problema en el país, y que afecta de manera desproporcionada a los que de por sí tienen mayores probabilidades de encontrarse en situación de pobreza.

Lo anterior no implica una defensa a la política pública absurda de subsidiar a los ninis. ¡Faltaría más! La oferta cínicamente populista de la administración de Sánchez Cerén es la de enfrentar (y de la manera menos eficiente) el síntoma y no la enfermedad, el equivalente a intentar curar el dolor de estómago de un cáncer estomacal con tabletas de Peptobismol. No, a la administración de Sánchez Cerén no le interesan los ninis: si de verdad le interesaran, invertiría lo posible en asegurarse que el acceso a la educación no es limitado por la inseguridad. Fomentaría la inversión para que el crecimiento económico genere empleos -¡todo tipo de empleos! En lugar de bajarle el presupuesto a las escuelas, cortaría los desagradables gastos de que la administración pública realiza para celebrarse a sí misma, con mariachis, refrigerios y viajes que en nada benefician a la población.

La administración de Sánchez Cerén seguramente quiere, con el subsidio, una flota de apoyo político juvenil. ¿O ingenuamente pensamos que el subsidio no vendrá amarrado a condiciones, seguramente políticas? Si la administración Sánchez Cerén quiere a los ninis, no los quiere libres.
 

*Lic. en derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University 
Columnista de El Diario de Hoy
@crislopezg