No sé si reírme o preocuparme cuando escucho a iluminados regañar a periodistas y medios porque no retoman el tema de los sobresueldos a exfuncionarios de pasados gobiernos, planteado como ha sido en los últimos días a base de sesgos, medias verdades, interesado y evidentemente favorable al oficialismo.
No les basta reclamar y rasgarse las vestiduras, sino que llegan al extremo de insultar y pontificar sobre lo que los periodistas debemos hacer, pero tiene que quedarles claro que no somos estenógrafos del poder ni borregos ni agenderos oficialistas. No nos subestimen ni pretendan sorprendernos. No somos despersonalizados ni fáciles.
El tema de los sobresueldos vale la pena investigarse, pero de acuerdo con el criterio y espontaneidad de editores y periodistas en cada medio, no desde las altas esferas del poder o desde aulas de académicos ensoberbecidos y aún inmersos en la lucha de clases; que se haga de manera seria y completa y no cuando le convenga políticamente a un partido, para que plagas de troles intenten convertir mentiras en verdades repitiéndolas mil veces.
Respeto y creo en la buena fe de quienes hicieron la publicación, pero considero que el rigor impone hacer una investigación completa e independiente, que profundice, por ejemplo, en la revelación de una exfuncionaria que admitió que se recibían sobresueldos en la anterior administración, algo de lo que nada se dice.
Si queremos desterrar la corrupción y la impunidad, tenemos que rechazarlas vengan de donde vengan. No voy a comprar espejitos y publicar todo lo que me traigan solo porque alguien me diga que es “progresista” y “revolucionario”, pero acumule y derroche fortunas, propiedades y bienes mientras en los hospitales no hay medicinas ni equipos. Esa no es la justicia de la que habla el Evangelio ni por la que murieron cientos de miles en la guerra de los 80.
Mientras se busca utilizar a medios y periodistas con el tema de los sobresueldos, no puede causar más que indignación el silencio de las autoridades de Salud y su urgencia de callar las críticas y reclamos por la indefensión en que ejercen su trabajo de campo los promotores de salud.
Con el argumento de que “no hay que revictimizar” a cuatro trabajadoras sanitarias agredidas por pandilleros en Mejicanos, sus superiores trataron de evitar la avalancha de señalamientos, sobre todo porque no se pronunciaron con la misma energía con la que fueron a protestar por la apertura del carril segregado del Sitramss.
Ha pasado casi un mes de esos acontecimientos y los salvadoreños no debemos permitir que se les tienda un manto de silencio e impunidad que alivia la carga del partido oficial, pero que mantiene el peligro sobre los trabajadores humanitarios en las comunidades.
Las autoridades todo lo han querido solucionar diciendo que las víctimas han recibido “tratamiento médico y sicológico”, pero sin pensar que muerto el perro no acaba la rabia y más empleados podrían correr igual o peor suerte.
Han tratado de minimizar el caso diciendo con un insípido comunicado de una entidad feminista estatal, que tímidamente pide más seguridad.
Todos vimos por los medios el despliegue de fuerzas policiales y militares en la colonia Montreal, el escenario del abuso, dos días después de ocurrido, pero en las siguientes horas el contingente fue retirado y se produjo el asesinato de un taxista.
De eso no se dice nada en los sanedrines modernos.
Pero lo que más pena da es el proceder de diputados del partido oficial, que en lugar de pronunciarse y solidarizarse con las víctimas, dijeron sentirse “ofendidos” cuando se les cuestionó en la Asamblea y se les reclamó por qué no enviaban a manifestarse a los mismos grupos oficialistas que atacan a la Sala de lo Constitucional.
Todo lo quieren arreglar con juegos de palabras que solo son burlas a la inteligencia de los salvadoreños, como la diputada que ante la vergüenza de que por tercera vez un vehículo de Casa Presidencial causó la muerte a una persona, le echó la culpa de la tragedia a los magistrados que ordenaron la apertura del carril del Sitramss.
Bueno. Allí tenemos hechos sobre los que los comunicadores debemos construir nuestro criterio, lo único que puede inmunizarnos de que nos sorprendan y utilicen, como han seducido y frustrado a cientos de miles, los mismos que ahora quieren imponernos sus temas y agendas.
* Editor Subjefe de El Diario de Hoy.