“Aquí nadie grita o lo mando preso…”

Cuando un gobernante tiene que recurrir a la amenaza de cárcel para intimidar a sus oponentes o a los pueblos, esos países han caído en la dictadura.

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30 April 2016

"Déjame hablar… a ver, señores, estamos en emergencia nacional, aquí nadie me pierde la calma, nadie grita o lo mando detenido sea joven, viejo, o mujer, nadie me empieza a llorar o quejarse por cuestiones que falten, a no ser por seres queridos que hayan muerto…”.

Esas no son las palabras de un prepotente coronel de ejército o de un dictador de derechas latinoamericano, sino de uno de los máximos exponentes del “socialismo del siglo XXI”, de la “causa revolucionaria y progresista” y de la “solidaridad” de los pueblos.

El diario El Comercio informa que así sentenció el presidente de Ecuador, Rafael Correa, a un grupo de personas que empezó a exigirle una mejor respuesta a sus necesidades en Muisne, en la provincia de Esmeralda, en la zona afectada por el potente sismo que dejó más de 600 muertos.

Presionado por la ola de críticas que le vino encima, según el mismo periódico, Correa asumió una posición de inocente después y argumentó que “por hacerme mal, hay un video dizque ordenando a los pobres damnificados que se callen o los detengo. Y cortan el video porque después la gente aplaude…”. Pero lo dicho, dicho está.

¡Qué tremendo que a un pueblo conmocionado se le niegue su derecho a expresarse libremente!

¿Por qué tener que recurrir a una amenaza de ese tipo, sobre todo con gente golpeada por la catástrofe? ¿Esa es la solidaridad revolucionaria con los más necesitados o los que sufren? ¿Y no es contra esa prepotencia que tanto decían luchar?

Porque si es así, no hay ninguna diferencia con los regímenes militares que las izquierdas tanto denunciaron y combatieron.

Solo así se explica la detención infundada del venezolano Leopoldo López por lo que a todas luces es un capricho de Maduro, quien ha evitado por todos los medios que él y otros prisioneros políticos puedan salir en libertad.

Cuando un gobernante tiene que recurrir a la amenaza de cárcel para intimidar a sus oponentes o a los pueblos, esos países han caído en la dictadura.

Tanto que criticaron a los militares latinoamericanos, para que ahora la esposa y la madre de Maduro denuncien que los militares venezolanos las obligan a desnudarse frente a ellos para permitirles entrar a ver a López.

Pero ellos siguen considerándose “revolucionarios” y “progresistas”, cuando son todo lo contrario. Pero ya nadie les cree esa retórica vacía, que solo ocupan para adormecer a los pueblos.

¿Qué no se dan cuenta de que el péndulo de la historia está yendo en sentido contrario y que pronto tendrán que rendir cuenta de sus actos y pagar ante la justicia por todos los atropellos que han cometido, como hace casi una década les advirtió el cardenal Rodríguez Maradiaga?

Cuando eso ocurra no valdrá que lloren o se rasguen las vestiduras denunciando “golpes de Estado” que solo están en sus cabezas, como quienes recurren a los más sucios métodos cuando tienen la ventaja, pero tiemblan cuando no les funcionan y se sienten perdidos. El péndulo de la historia debe estremecer a los autoritarios y corruptos, sean de izquierda o derecha.

Lo primero que los políticos deben hacer es reflexionar que en el momento todo les es favorable, pero el peso de sus malos actos los hundirá, no ahora ni dentro de dos o tres años, pero sí que ese día llegará con toda seguridad. Igual deben hacer los funcionarios: están de paso en sus cargos y un día tendrán que dar cuenta civil o penalmente de sus malos actos. Ya no es el tiempo de antes en que salían del poder como si nada, ayudados por la corta memoria de los pueblos.

Ahora hay instituciones que se están modernizando irreversiblemente y los políticos y funcionarios tendrán que responder ante ellas tarde o temprano, ya sea por el oscuro negocio de un sistema de transporte, por no cumplir sentencias de los tribunales, por aprovecharse del cargo para favorecer a corruptos o por cargarse los ahorros de los trabajadores.

Cada vez la impunidad tiene menos cabida en nuestros países y no es remoto que veamos tras rejas a quienes amenazan con ellas ahora.

*Editor Subjefe de El Diario de Hoy