El Señor Presidente de la República acudió el pasado primero de junio a la Asamblea Legislativa a leer el discurso de rendición de cuentas de su tercer año de gobierno. El discurso no se publicó en los periódicos, lo que me parece bien. Nadie lee los discursos presidenciales el día después: publicarlo es malgastar el dinero de los contribuyentes. Pero sí está en la página web de la Presidencia de la República, que debería ser la única publicidad pagada que se debiera permitir a Casa Presidencial: quien quiera saber lo que hace oficialmente la Presidencia, que lo busque allí.
Imagino que los graduados de la antigua Normal de Maestros deben ser, desde ayer, los salvadoreños más felices: su compañero profesor aprendió ¡finalmente! a leer. Con el orgullo que rezuman los normalistas, era una especie de vergüencita que el más famoso de ellos en los últimos años leyera tan mal. No sacó 10 ¡tampoco! pero al 7.5 sí llegó: aún debe mejorar mucho en la modulación y el volumen de la voz mientras lee para no resultar tan aburridamente monocorde. Pero leyó bien palabras cuatrisílabas y otras difíciles que antes le costaban como caficultura, megawatts, fotovoltaico: sin equivocaciones, sin titubear. Ya es ganancia.
Gracias a la película “El discurso del rey” (protagonizada por los actores Colin Firth en el papel del rey Jorge VI y Geoffrey Rush como el extraño logopeda que consigue darle poder a través de la voz al inseguro rey), podemos tener idea de todo lo que se habrá trabajado con nuestro presidente estas últimas semanas. Aún falta enseñarlo a controlar los innecesarios y distractores movimientos mecánicos que, casi como tic nervioso, hace con brazos y manos. Me hace recordar al osito que toca un tambor en el anuncio televisivo de las pilas que duran más que las otras. Ojalá para el discurso del próximo año podamos decir “¡prueba superada!” como en el “Juego de la Oca”.
A los otros que habrá que entrenar bien son a los funcionarios y diputados del FMLN para que aplaudan sólo cuando el Presidente espera que lo hagan. Que no vuelva a pasar que lo hagan cuando el lector ya ha agarrado envión: lo obligan a parar un par de segundos y recomenzar. Es lo peor para alguien que está todavía desarrollando pericia en una tarea. Los demás aplaudieron solo cuando terminó. A lo mejor, justamente, porque terminó.
En los días que siguieron al primer triunfo del FMLN para las elecciones presidenciales, entre la vocinglería asustada y casi paranoide de muchos, recuerdo haber leído en alguna publicación del Dr. David Escobar Galindo una frase que me pareció informada y sesuda. Decía algo así como: “con el triunfo del FMLN la alternancia democrática da un gran paso en El Salvador; pero solo cuando el FMLN entregue nuevamente el poder, entonces se podrá decir que la alternancia está completa”. Dentro de menos de dos años los ciudadanos de El Salvador tendremos que acudir nuevamente a las urnas para elegir al presidente que habrá de gobernarnos por los próximos cinco años. Ojalá se incrementara la asistencia de los ciudadanos a las urnas; ojalá la transparencia del proceso electoral no se ponga en duda; ojalá que, por el bien del país, podamos ver que la alternancia democrática se consolida firmemente en El Salvador. Por el bien del sistema educativo, espero que quienes elijamos para gobernarnos sepan leer bien desde su entrada y no hasta que van de salida.
* Psicólogo y colaborador
de El Diario de Hoy.