Bajan los homicidios, pero aumenta la inseguridad

Los tres años de Salvador Sánchez Cerén no solo serán recordados por la mayor cantidad de muertes violentas (15,700) frente a la de sus antecesores en ese mismo tiempo, sino por el aumento del control territorial de las pandillas, éxodo de familias y extorsiones. Además del involucramiento de policías en ejecuciones.

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Masacre en Opico cometida el 3 de marzo de 2016. Foto/ Archivo.

Por Wiliam A. Hernández

29 May 2017

Es indudable la reducción de muertes violentas durante el último semestre de 2016 y los cinco meses de este año, hay una baja en los homicidios, de 14 a 12 muertes por día; y drástica de 24 a 12 en el 2015 en comparación con 2017.

Hay más recursos económicos disponibles -impuesto a telefonía y presupuesto de la nación- para tareas de seguridad con énfasis en prevención que en represión, mayor cantidad de policías y soldados, y armas en las calles, pero en las diferentes comunidades, barrios y colonias los salvadoreños siguen viviendo un ambiente de inseguridad y zozobra.

El control territorial de la pandilla es cada vez más frecuente y mayor, éxodo de familias completas que dejen sus viviendas donde han vivido por muchos años por la amenaza de estos grupos considerados terroristas, algunos hechos públicos y otros en silencio.

Si bien hay nuevos delitos como el de restringir la circulación de las personas, la pandilla sigue apoderándose de territorios. La expresión: Ver, oir y callar, se apodera cada vez más de barrios y colonias. La pandilla no quiere “orejas” y sí se sospecha de alguien es asesinado. Borrar el grafiti en un colonia no significa estar libre de pandillas.

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En eso tienen una gran deuda las autoridades de este Gobierno; muchos expertos en seguridad y algunos militares en retiro lo han dicho, hay que quitarle el dominio del territorio a la pandilla y retomarlo cuanto antes.

Pero eso es lo que menos se hace. Las autoridades de Seguridad y Defensa ordenan operativos inmediatos, mediáticos y esporádicos, solo para salir al paso de situaciones críticas en esos lugares, que al paso de un par de días desaparecen, y el ambiente de seguridad se esfuma con las autoridades.

Para el caso, en Mejicanos, donde a parte de ser uno de los 10 primeros municipios del plan El Salvador Seguro, los resultados de efectividad son bajos, homicidios y extorsiones siguen. La mayoría de la población ya no denuncia por la desconfianza en la Policía y el sistema judicial. Las extorsiones si bien, algunas cifras oficiales indican una disminución, la realidad es otra, los ciudadanos ya no denuncian, se cansaron de hacerlo, se presumen le pagan a la pandilla para vivir tranquilos.

Medidas extraordinarias

Contrario al gobierno de Mauricio Funes, también del FMLN, en tres años Sánchez Cerén (al menos públicamente) se ha distanciado de las pandillas; sin embargo, por medio de su plan El Salvador Seguro los ha incluido: mejorando sus barrios, creando programas productivos, aportando recursos económicos para reinsertarlos y evitar que otros se incorporen y se mantengan en esos grupos delictivos.

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Esos recursos son aportados por todos los salvadoreños con el impuesto a la seguridad: 5 % a las telecomunicaciones.

La presión de la sociedad y ante los hechos criminales de la pandilla le valió al Gobierno para implementar las “medidas extraordinarias” contra las pandillas en los penales.

Sin duda, quedó evidenciado, que los penales son y siguen siendo el centro de operaciones de las pandillas en el país.

A pesar de esas medidas, el penal de Ciudad Barrios sigue siendo el bastión de la MS prueba fue la cantidad de ilícitos encontrados en las últimas requisas por orden de la Fiscalía.

Deterioro de la Policía

Durante el tercer año de Sánchez Cerén es notable el deterioro de los cuadros de la Policía Nacional Civil. En su gobierno la corporación policial está viviendo su peor crisis: agentes implicados en ejecuciones y sicariato, infiltración de pandilleros y policías implantando pruebas contra personas, entre otros delitos.

A ese ritmo, la Policía Nacional Civil necesitará de un proceso urgente de depuración a todo nivel, incluyendo el ideológico, que tanto daño le ha hecho. Como el caso de los policías del Centro de Inteligencia Policial que supuestamente fabricaban pruebas o los que trabajaban para apoyar la tregua de las pandillas.

Qué viene con deportaciones EE.UU.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, le declaró una lucha directa a la MS-13 y otras pandillas por su accionar delictivo y violento; el anunció de deportaciones masivas de pandilleros hacia El Salvador tiene sus primeros resultados: pandilleros deportados que al regresar reorganizar clicas, como el caso de Ingmar Guandique Blanco, deportado y luego de estar libre fue capturado por reorganizar una pandilla en San Miguel.

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Esta deportación de pandilleros con algún grado de poder en la estructura de la mara puede aumentar la criminalidad, la territorialidad de esos grupos y generar nuevos cabecillas, y por ende más violencia.