Más presunto soy yo

No nos sirve absolutamente de nada que no se reconozcan los errores y que, lejos de intentar corregirlos, estos se intenten cubrir con los errores del otro.

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19 May 2016

Entre sentimientos de incredulidad, asombro, decepción, impotencia, espanto y en algunos casos hasta de rabia, hemos venido siendo testigos de las recíprocas acusaciones que día a día se efectúan diferentes personajes del ámbito político. Los que ahora están en ese ambiente y los que hace poco han estado pero siguen sin darse cuenta que ya no están.
  
El intercambio de imputaciones y defensas traspasa los límites de lo absurdo y nos hace incluso recordar nuestras discusiones de infancia. Van algo así: sos un corrupto; vos lo serás/ Pero vos sos más corrupto que yo; y vos sos cien veces más corrupto/ vos sos corrupto de aquí hasta el infinito; soy espejo y me reflejo/ tu gente usa sociedades offshore; pero los tuyos las usan más off/ a mí me aplica la presunción de inocencia; pero más presunto soy yo. 

Esto aplica en forma casi idéntica a los constantes señalamientos de falta de transparencia, de falta de probidad, de irregularidades en el manejo de los bienes públicos, de compadrazgos, clientelismo político, contrataciones irregulares, uso indebido de las instituciones del Estado, viajes, aprobación de leyes no discutidas, madrugones legislativos, negociaciones con pandilleros, relaciones empresariales de dudosa legalidad, comportamientos antiéticos y un largo etcétera.

Son todos los personajes del ámbito político los que se enfrascan en este sinsentido, pero la verdad es que las palmas se las llevan los dos principales partidos, quienes viven en permanente confrontación reclamando comportamientos que, si son propios están disculpados, pero que si son los del contrario deben ser investigados y duramente sancionados.

Los partidos políticos deben entender que estos intercambios ya nos tienen cansados a todos, y que lo que de verdad queremos es que lo que se ha hecho mal antes y se está haciendo mal ahora, ya no se siga haciendo mal mañana. No nos sirve absolutamente de nada que no se reconozcan los errores y que lejos de intentar corregirlos, estos se intenten cubrir con los errores del otro.
  
Dos ejemplos recientes ilustran lo anterior. En el primero, un partido político se niega a revelar sus fuentes de financiamiento, a pesar de estar obligado a ello, para luego acusar de falta de transparencia a la Presidencia de la Asamblea Legislativa que se niega a entregar información relacionada con los empleados legislativos. En ese mismo contexto, desde la Presidencia de la Asamblea Legislativa izan la bandera de la transparencia, al mismo tiempo que previenen a un diputado para que divulgue la información que ya ha sido calificada como pública.

Y en un segundo ejemplo vemos que los dos principales partidos se acusan de negociar con pandilleros, piden la separación de cargos, piden investigaciones a las autoridades y se dan golpes de pecho, ignorando la existencia de videos y audios que los involucran a ambos en similares circunstancias y con similares propósitos. Hemos visto y escuchado lo que ahí se dice; no nos pueden pintar una cosa distinta.

En este último caso, podemos discutir si es conveniente o apropiado que funcionarios se involucren en negociar con estos grupos delincuenciales, y hasta podemos discutir si en casos como estos el fin justifica los medios. Algunos podremos estar en desacuerdo y otros podrán tener sus razones para pensar que están bien estos esfuerzos; y quizá de esa discusión hasta se puede llegar a un entendimiento. Pero lo que de plano no puede pasar es que cuando yo lo hago no pasa nada, pero cuando el otro lo hace se comete un crimen.

No estoy seguro de si los partidos no se dan cuenta de que con estas actitudes están alejando aún más a los votantes y que además están contribuyendo a la desconfianza que ya existe hacia la clase política. Tampoco sé si en realidad lo saben, pero simplemente no les importa. Lo que sí sé es que en cualquiera de esos escenarios hay un problema muy grave que más temprano que tarde les repercutirá. 

Como en todo, hay excepciones. Con cierta timidez están apareciendo nuevos personajes – muy pocos aún - que desde dentro de los partidos o merodeando estos, han tomado conciencia de esta problemática y han iniciado esfuerzos por recomponer la forma de hacer política. A esos pocos y a los que puedan surgir pronto, les deseo – por el bien de todos nosotros- el mayor de los éxitos. 
 

*Colaborador de El Diario de Hoy