La despolarización del ratón

Solo un tigre se podrá sentar con el león para negociar las condiciones de la paz en la jungla. Ya tenemos acá el antecedente de negociación de la guerra

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01 April 2016

Cuando alguien repite, sin pensarlo mucho, que “la polarización” es “el principal problema que tenemos los salvadoreños”, confieso que siempre se me vienen a la mente la capacidad parlante de los loros. Animalitos capaces de decir frases hechas. Por supuesto sin comprender absolutamente nada de lo que están diciendo.

Ciertamente una sociedad polarizada, como la nuestra, difícilmente encontrará el camino que nos saque del hoyo. El Salvador va a la cola de todos los índices de desarrollo económico y social. Y lo más triste es que no se ve ninguna luz al final del túnel. Ojalá que las medidas sobre seguridad den algún resultado.

Pero la polarización no es ni nuestro principal problema, ni la causa de ellos. Es solo un síntoma de una sociedad que está profundamente enferma. Un síntoma que duele, que molesta, que todo lo dificulta. Pero solo un síntoma, no la enfermedad. Por ello aquel que dice, desde cualquier trinchera, que va a “apostarle al diálogo para despolarizar el país, como una forma de resolver los problemas” o es un demagogo, un ingenuo, o un loro.

Haciendo, supuestamente, desaparecer el síntoma no va a desaparecer la enfermedad. Por ejemplo el diclofenac alivia el agudo dolor que provoca la acumulación de ácido úrico en las articulaciones, pero en ningún momento cura la hiperuricemia.

Y el alivio es solo momentáneo. Después el dolor vuelve porque la enfermedad no ha desaparecido. Es más, los calmantes no solo no curan la enfermedad sino que tienen efectos secundarios que pueden terminar siendo peores que la enfermedad misma. Hablar de desmontar la polarización, como si esa fuera la enfermedad, es un error que hasta puede terminar en tragedia.

Mientras la verdadera enfermedad no se haya solucionado, cualquier diálogo o mesa de diálogo podrá producir lo que parece un alivio de nuestros problemas (la inseguridad por ejemplo), pero la polarización volverá a aparecer como síntoma de la enfermedad que no se ha resuelto. Ninguna mesa de diálogo en los últimos tres gobiernos ha resuelto nada.

Los políticos o aquellos que buscan liderazgo de cualquier organización prometiendo sustituir la polarización por el diálogo, siempre me producen desconfianza. Y es así porque al hablar de despolarizar quieren sonar a tolerantes, sensatos, renovadores y hasta audaces. Para mí, ya lo dije, es simplemente demagogia o ignorancia y la ignorancia es audaz.

No estoy proponiendo de ninguna manera que se deba mantener una actitud de pleito y de no entendimiento. Lo que digo es que no hay que confundir las cosas. Cuando se ofrece acabar con la polarización como una fórmula mágica para acabar con los problemas la verdad es o que se está proponiendo un falso alivio o se trata de una trampa caza bobos para engañar incautos y ganar adeptos para una causa.

El fondo de nuestros problemas, la enfermedad, es que el gobierno del FMLN, como lo dijo un día José Luis Merino, no cree en la alternancia. Tiene un evidente plan de eternizarse en el poder como los chavistas, Ortega y compañía. Ante un adversario político que tiene un plan autoritario, el diálogo no significa negociar sino ceder en todo. Todo movimiento opositor que intentó dialogar, con dictaduras o aspirantes a serlo, desde posiciones débiles, para “despolarizar” terminaron aplastados.

Para curarnos de la enfermedad: un gobierno que tiene un proyecto de permanencia eterna en el poder y además poco capaz, es necesario tener poder. Es claro que se debe y se tiene que dialogar, negociar y llegar a acuerdos. Pero esto solo se puede lograr desde una posición de poder. Aquellos que hablan de despolarizar, desde la debilidad, al final o terminan aplastados o absorbidos por el poder con el que se pretenden entender. Sobran los ejemplos aquí.

El ratoncito que habla de despolarizar con el León para imponer paz en la selva, es solo eso: un ratoncito insensato que quiere lucir sensato. Solo un tigre se podrá sentar con el león para negociar las condiciones de la paz en la jungla. Ya tenemos acá el antecedente de negociación de la guerra. Montesquieu tenía y tiene razón. “Solo el poder detiene al poder”.
    
*Columnista de El Diario de Hoy