Los movimientos ciudadanos

Cada vez son más las personas que buscan los espacios adecuados en los que puedan contribuir al desarrollo; espacios que desafortunadamente no han podido ser encontrados en ninguno de los partidos políticos actuales

descripción de la imagen

Por

01 April 2016

En nuestro país, el distanciamiento entre los partidos políticos y la ciudadanía es cada vez mayor. Ninguno de los partidos políticos que participaron en la pasada contienda electoral ha sido capaz de ajustarse a las nuevas realidades. Está claro que no han podido atender los crecientes requerimientos de probidad, transparencia y renovación que constantemente les hace la población.

Salvo contadas excepciones, los ciudadanos no estamos encontrando coherencia en la actual clase política; todos los días somos testigos de la enorme brecha que existe entre lo que se dice y lo que se hace. Esto, que no es nuevo, ha venido generando un sentimiento de frustración, de impotencia y hasta de rabia, primero externado en limitados círculos sociales o de amistad, luego trasladado a las redes sociales y, hasta hace relativamente poco, llevado al punto de impulsar la creación de movimientos ciudadanos que se cansaron de esperar, criticar y lamentarse.

En efecto, no son pocos los movimientos de ciudadanos que ya se están organizando con el propósito de tener una participación más protagónica en el destino del país, intentando influir en la adopción de políticas públicas de diferentes maneras. Cada vez son más las personas que buscan los espacios adecuados en los que puedan contribuir al desarrollo; espacios que desafortunadamente no han podido ser encontrados en ninguno de los partidos políticos actuales. 

Desde luego que son loables los esfuerzos que unos pocos están haciendo por modificar las existentes estructuras partidarias anquilosadas en el pasado, por abrirse a nuevas opiniones y por mostrarse receptivos a la crítica, pero lo cierto es que hasta la fecha, tales esfuerzos no han generado frutos. Al menos no los hemos visto.

Para el caso, no hay ninguna justificación para que dado el contexto actual, los partidos cierren filas, negándose a informar sobre sus fuentes de financiamiento. ¿Cómo van a convencernos que quieren hacer bien las cosas, cuando ni siquiera quieren cumplir con el mandato que ya les dio la Sala de lo Constitucional ordenándoles que divulgaran esta información?

Una transformación de verdad habría significado que los partidos adoptaran posiciones proactivas y que no tuvieran que esperar la acción ciudadana para comenzar a discutir si transparentan o no esta información. Lo más triste es que a pesar de tener ya una exigencia concreta de un grupo de ciudadanos que han pedido revelar las fuentes de su financiamiento, todos han corrido a esconderse en formalismos y excusas sin sentido. ¿Cómo creerles cuando luego de esa negativa, pregonan transparencia? Y como ese, innumerables ejemplos adicionales. 

A nadie beneficia esta lejanía entre los ciudadanos y los partidos políticos. Nuestra democracia requiere de partidos políticos fuertes, representativos de las diferentes ideologías, conectados con las necesidades de la población, abiertos, transparentes y conscientes del rol que les corresponde desempeñar desde el oficialismo o la oposición, según sea el caso.

De ahí que no se puedan menospreciar los hasta ahora vanos esfuerzos por modernizar los partidos políticos actuales; ojalá y lo logren quienes están enfrascados en ese empeño. Pero lo cierto es que la ciudadanía ya se dio cuenta que no puede estar esperanzada a que eso llegue a ocurrir algún día y que, mientras tanto, se sigan arrastrando los mismos problemas de siempre. Algo hay que hacer y hay que hacerlo ya.

Los movimientos ciudadanos que ya existen, están todavía en un punto muy primigenio como para poder vaticinar con certeza su desenlace posterior. No obstante, las actividades que ya han venido realizándose por estos movimientos, los visos de organización que ya comienzan a ser notorios y sobre todo, la legitimidad y razonabilidad de sus peticiones, llevan a pensar que no estamos lejos de contar con una o más alternativas de verdad, en el escenario político de nuestro país.

Lo más interesante de estos movimientos es que parecen haber superado la ya vetusta distinción entre izquierdas y derechas. En lugar de enfrascarse en discusiones estériles, se han encontrado puntos de interés general como la seguridad, la educación, la modernización del Estado, la lucha contra la corrupción y la transparencia.

Mal haría la clase política actual si no presta la atención debida a estos esfuerzos o si los mira con desdén. Por el bien de todos, lo mejor será que escuchen, que intenten interiorizar en sus respectivos partidos las exigencias planteadas y que se preparen para convivir con ellos en un próximo y muy diferente escenario político. 

*Colaborador de El Diario de Hoy