Menos envidia, menos pesimismo

Cuando volvamos a sentir ganas de irnos chipusteados de este país, demos gracias por todo lo que tenemos, y todo lo bueno que nos hace salvadoreños

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01 April 2016

Alambrados con un chip de la envidia debemos estar los seres humanos. Un chip que se activa cuando detecta que algo anda mal con el prójimo. “Está acabado el fulano”, “Qué gorda está mi vecina”, “Desde que heredó, pasó a mejor vida”, “Puro silicón”. 

Por supuesto que estas aseveraciones no las expresamos al oído del que estimula nuestra envidia pero sí las cacaraqueamos a diestra y siniestra.

Hay excepciones. Un error ortográfico en mi última nota publicada aquí, provocó una avalancha de críticas, directo y sin escalas, al in-box de este escritor. ¡Perdón por haber nacido señores! Cierto, más atención le debí haber puesto a la seño Machón, pero no es el fin del mundo.

La avalancha llegó el mismo día que una psicopublicista peruana dictó una poderosa ponencia ante unos 200 mercadólogos.

Culpa de otro chip, el del pesimismo, la audiencia se quedó muda cuando, para calentar motores, la peruana preguntó: ¿Qué llena de orgullo a los salvadoreños? En un intento por despertar reacción, la experta citó gastronomía, cultura Inca y pisco, como motivos de orgullo peruano.

Estos tiempos de vacas flacas, carnicería humana y pésimo gobierno, nos tiene tan pesimistas, que ni con el ejemplo del Perú, hubo mayor reacción. ¡Qué tristeza! Y para colmo, con la cola gacha regresó de Honduras la Selecta. ¿El Salvador en Rusia 2018? ¡Ni soñando con pajaritos preñados!

¡Basta ya! Nuestra mente debe poner en juicio a los chips de la envidia y el pesimismo, o nuestra sanidad mental peligra caer en el abismo.

Cierro los ojos y me traslado a una marcha multitudinaria en la que se escucha: ¡Alto a la crítica! ¡No al vaso medio vacío!

De repente, tantas críticas y noticias lúgubres, son sustituidas por un montón de cosas que nos llenan de orgullo. Aparece nuestra comida que, no es “fusión” como la peruana, pero ¿qué me dicen de un sopón levanta muertos con enredos? Las pupusas no son de choclo del Cusco pero, aunque sean de maíz de mentiras, saben a gloria.

Aquí no comemos ají de gallina, pero sí nos chupamos los dedos con gallina india. No le entramos a la causa rellena, pero sí al chile relleno. No conocemos el rocoto, pero si el elote loco. Ya se me hizo agua la boca por unas boquitas de pepeshca y un manguito verde con limón, sal y alguashte.

Que galán que ahí nomasito queda el puerto, y nuestras hermosas playas están calientitas todo el año. Me encanta saludar al picacho de madrugada, respirar el aroma a tierra mojada, explorar las tripas del Bicentenario, contestar el cantar de la urraca, tomarle fotos al Cortez Blanco y al Maquilishuat, su hermano.

Me fascina platicar y bromear con mi gente que, a pesar de que la están viendo de a palitos, nunca pierden la chispa, el ingenio y el espíritu echador de riata, que llevamos dentro.

Compatriotas. No desmayemos. Sí se puede derrotar la envidia y ver el vaso de la vida medio lleno. La próxima vez que detectemos una imperfección en sutano, fulano y mengano les propongo que, en vez de veneno, lancemos un piropo. 

Cuando volvamos a sentir ganas de irnos chipusteados de este país, demos gracias por todo lo que tenemos, y todo lo bueno que nos hace salvadoreños.

*Colaborador de El Diario de Hoy. 
calinalfaro@gmail.com