Tiendo a ser del equipo que considera que usar la burocracia para designar días específicos en los que se celebra o construye consciencia sobre una causa es perder el tiempo y en poco avanza la causa, y sin embargo, las conversaciones y discusiones que se pueden tener usando el día como excusa son de por sí un avance positivo. Usemos como ejemplo el Día Internacional de la Mujer. Abundan las que dicen no necesitar un día para sentirse empoderadas (¡qué bien por ellas!) pero sobran los ejemplos de cómo aún la paridad de género es un concepto foráneo en tantas sociedades.
Claro, se ha logrado avanzar mucho en Latino América: las mujeres votamos, nuestra incorporación a la fuerza laboral fue el motor que explica el crecimiento exponencial de muchas economías latinoamericanas, y más etcéteras que merecen aplausos y palmadas en la espalda. Y sin embargo, hay detalles que indican que nos falta mucho por recorrer. En El Salvador, por ejemplo, cualquiera que se tomara el tiempo de darse una vuelta por los canales nacionales durante la programación nocturna de opinión política pensaría que no hay mujeres capaces de dar una opinión con criterio, pues se encontraría con paneles eminentemente masculinos.
Eso, a pesar de las demostradísimas capacidades de las mujeres salvadoreñas en roles de liderazgo. Tuvimos a una mujer en la vicepresidencia antes que muchos países desarrollados, la actual presidente de la Asamblea Legislativa es mujer, y sin reconocimiento o gloria, miles de familias en el país salen adelante con una mujer a la cabeza. Pero, para algunos productores de televisión en lo que respecta a opinión pública, un panel de mujeres solo sería justificable para “hablar de temas de mujeres” (¿cuáles son los temas “de mujeres”?). Como ilustración, un panel en el programa salvadoreño 8 en punto transmitido en el canal 33 --irónicamente el día antes del Día Internacional de la Mujer -- conformado únicamente por hombres. Ante el comentario en redes sociales de una mujer señalando la falta de representatividad femenina, un administrador bien intencionado contestó “Si un día las invitamos a 8 en punto, ¿qué temas tocarían en el programa?”, como si los que toca un panel masculino (la política, las pensiones, ¡la inseguridad, por Dios!) no podría discutirlo un panel con mujeres.
Y no se trata de paridad de género como fin, por corrección política, o filantropía mal entendida. La paridad es solo el medio. Se trata de periodismo objetivo y acucioso: si lo que se quiere es generar impacto en la opinión pública, idealmente se quiere profundizar en las opiniones y abarcar más terreno en las perspectivas, y simplemente, las experiencias vividas de un hombre y una mujer en países donde hace falta tanto por recorrer en cuanto a paridad de género son tan distintas, que no hay manera que un panel masculino pueda brindar puntos de vista que representen las experiencias de la gran mayoría de la audiencia.
Precisamente porque los temas de políticas públicas las afectan de maneras distintas, las mujeres tendrán perspectivas diferentes que enriquecerían los debates. Por la disparidad salarial, la precariedad política en la que se encuentran las pensiones en El Salvador afecta a las mujeres de manera diferente. Por los altos índices de violencia de género y doméstica, la perspectiva ante la inseguridad en el país que tiene una mujer, es diferente que la que podría tener un hombre.
Si no basta el argumento de enriquecer el debate con más perspectivas, por lo menos vale la pena aumentar la representación de voces femeninas en espacios de opinión por el simple argumento del mérito. Hay importantísimas voces femeninas en el periodismo salvadoreño que podrían aportar brillantes criterios en políticas públicas. En el activismo, varias jóvenes se han hecho un nombre gracias a su emprendedurismo social. Las opciones para los productores de espacios televisivos de debate político, o los editores de los periódicos buscando diversificar las columnas en las páginas de opinión, abundan.
Y si no creen en el mérito, que crean por lo menos en la visibilidad y en el futuro: ver paneles masculinos, siempre, todo el tiempo, contribuyen a construir percepciones sobre quiénes pueden opinar y quiénes no. Queremos países con niñas que crezcan sabiendo que, si quieren, opinar y participar es una opción viable.
*Lic. en derecho de ESEN con maestría en
Políticas Públicas de Georgetown University.
Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg