El que los enfermos sean atendidos en forma oportuna, con eficiencia y calidad no se logra por decreto porque para alcanzar esos objetivos es necesario implementar en forma gradual y progresiva una serie de medidas que por cierto el país está muy lejos de lograr por su subdesarrollo, carencia de recursos, educación e idiosincrasia de la población.
La aspiración de una atención oportuna, eficiente y de alta calidad en las actuales circunstancias del país es como preocuparse sobre qué vamos a cenar si estamos con los bolsillos volteados y sin haber desayunado ni almorzado.
A continuación expondré algunas inquietudes que bien podrían ser de utilidad al legislador y que posteriormente se pueden desarrollar con más amplitud. Pienso que antes de preocuparse por formular una Ley de Pacientes es indispensable llevar a la práctica algunas medidas que se han sugerido desde hace décadas.
Para ir de lo general a lo particular urge llevar a la práctica la Reforma de Salud que la población espera desde hace más de un cuarto de siglo, es decir la transformación del sector en un sistema de salud que articule las instituciones que proveen servicios de salud. Obviamente no se puede hablar de eficiencia si cada institución hace las cosas a su manera y hasta donde le alcanza la cobija.
Cada vez se hace más necesario contar con un ente gubernamental, que no sea juez ni parte, que se dedique exclusivamente a acreditar hospitales, policlínicos, policonsultorios y centros asistenciales en general. No tiene sentido exigir calidad si antes no se crea un marco regulatorio que establezca por ejemplo qué características arquitectónicas deben tener las instalaciones hospitalarias, qué tipo de equipamiento y nivel de tecnología deben usar para cada categoría de nosocomio, puntualizar el nivel de formación de los RRHH, inversión mínima en mantenimiento del equipo, materiales, instrumental y accesorios.
Otra medida complementaria de gran utilidad es la modernización del marco jurídico que regula el Servicio Social Obligatorio de médicos, enfermeras y resto de profesionales relacionados con la salud. En la práctica observamos contrasentidos como centros asistenciales que deberían de ser atendidos por profesionales especializados en medicina familiar, que es una especialidad como cualquier otra, en manos de estudiantes en Servicio Social.
Otro aspecto contributorio para que se atiendan mejor los enfermos es la división del país en Sibasi. En efecto, el país ha cambiado tanto en muchos aspectos que todo sistema con cierto grado de antigüedad debe revisarse y ponerse a la altura de las circunstancias. Y en ese sentido habría también que actualizar el Cuadro Básico de Medicamentos desde diversos aspectos para que los profesionales no tengan dificultades para prescribir de acuerdo a planes de tratamiento de escoge. Las cuotas de producción de los profesionales tienen más de tres décadas de estar en uso y urge revisar y actualizar. Eso de exigir 5.5 pacientes por hora en promedio en medicina general, 4 en especialidades médicas y 4 en odontología general tiene un enfoque paleolítico.
Finalmente, mientras el país siga asignando el actual porcentaje del PIB al área de la salud no se pueden esperar avances importantes. Véase nomás por curiosidad lo que asignan países como Chile, República de China Taiwán, Costa Rica y Japón para tener una idea de la importancia de este rubro.
* Colaborador de El Diario de Hoy.