El gobierno reveló las medidas extraordinarias que propone para controlar la crisis en seguridad en la que está sumergido el país. Sin embargo, ninguna da la impresión de ser extraordinaria. No hay nada novedoso, ingenioso o creativo. Tampoco se encuentra una lógica subyacente que esboce un plan extraordinario o excepcional. Al contrario, las medidas son reactivas y aisladas. Todas pretenden tapar deficiencias institucionales que debiesen de haber sido corregidas desde hace años. Esto asemeja el plan de emergencia del FMLN a los que criticó de ARENA cuando era oposición.
El plan mano dura y super mano dura, en esencia, fueron atajos burdos que pretendían superar las deficiencias institucionales. La capacidad del Estado de reprimir el delito es indispensable, ya que tiene una interacción con la prevención en el tiempo que asegura la efectividad mutua de ambos abordajes. Los países más avanzados del mundo cuentan con aparatos de investigación e inteligencia sumamente efectivos. Esto les permite dar golpes inteligentes, certeros y precisos. Tratar de reemplazar esta efectividad con planes como el mano dura, debilita una parte fundamental del abordaje adecuado de la delincuencia.
En otras ocasiones lo he comparado esto con tratar de deshacerse de un panal de abeja a batazos en lugar de utilizar humo o detergente. La contundencia de los golpes del bate los hace parecer efectivos para destruir el enjambre, pero solo agravan la situación. Los batazos no hacen menos atractivo el entorno para las abejas y, por lo tanto, pelearán por quedarse.
Ahora estamos ante un plan, en esencia, similar al mano dura. Las medidas excepcionales solo buscan tapar deficiencias institucionales, no resolverlas. Multar a las compañías telefónicas para que dejen sin señal de celular a los lugares en los que están ubicados los centros penitenciarios, por ejemplo, es un parche para tapar el problema real que permite el ingreso de teléfonos y tabletas a los presidios: la corrupción entre los custodios y administradores penitenciarios.
Muchas de las otras medidas pretenden tapar las incapacidades de infraestructura y capacidad de control dentro de los penales. No tienen nada de extraordinario. Es como llevar el carro donde el mecánico con una manguera perforada y que éste nos ofrezca como medida extraordinaria tapar la fuga con cinta adhesiva. Su solución puede hacer que el líquido deje de escapar, pero el agujero siempre estará allí y tarde o temprano la fuga volverá.
El gobierno necesita pensar más allá de la actual coyuntura. Las medidas tácticas son importantes. Las estratégicas, sin embargo, son esenciales para la sostenibilidad de las condiciones de seguridad. Son las que hacen la diferencia, las verdaderamente excepcionales. Es necesario considerar elementos que no solo ayuden a neutralizar deficiencias inmediatas, sino crear las bases para resolver los problemas de fondo.
Después de seis años en el poder, el FMLN ha retomado los problemas que ARENA que despreció cuando decidió negociar con los cabecillas pandilleros. ARENA ni por cerca los logró abordar de forma correcta en un inicio. Cometió muchos desaciertos, pero los tenía identificados y trabajó sobre ellos (aunque a veces utilizando medidas que agravaron los problemas). Antes de dejar el poder, lograron avances tímidos en la dirección correcta para superar algunas limitaciones. Iniciaron, por ejemplo, la renovación de la infraestructura carcelaria.
Ahora, el FMLN, después de tantos años al frente del Gobierno y de haber abandonado esos temas, los pone nuevamente al centro del debate y comete los mismos errores que ARENA cometió en sus primeros intentos por superarlos. Estamos entonces ante un sexenio perdido en seguridad (y contando). Es necesario que se aprenda de errores pasados y se amplíe la visión de la seguridad pública.
*Criminólogo
@cponce_sv