El mercado con frecuencia se representa como un pastel en el que cada empresa del sector o cada marca tiene una parte que defiende y compite por hacerla crecer mediante la innovación para el caso de las empresas innovadoras, la mejora de la calidad y productividad, por las empresas que deciden apostarle a la calidad como aspecto diferencial y, otras, solo bajando el precio cuando tienen un buen margen de ganancia y pretenden desestabilizar a la competencia ganándose la preferencia de los consumidores que en su decisión de compra priorizan solo el precio.
También como un pastel se representan la participación de los partidos políticos entre el electorado, o bien, en el Parlamento...
Pero a donde quiero llegar es que las personas también somos como pasteles cuando distribuimos nuestros ingresos entre las partidas y prioridades de gasto en las necesidades de la casa y también somos como pasteles cuando distribuimos nuestro cariño entre la gente de nuestro entorno.
¡A todos los quiero por igual!... ¡Mentira!... El que dice “a todos los quiero por igual”, no está diciendo la verdad... Todos tenemos una escala de cariño y preferencia por los hijos, los familiares y los amigos.
Y también sucede en nuestro trabajo, sin importar el nivel de la organización en que nos desempeñemos, hay personas con quienes nos entendemos mejor y nos aprecian y apreciamos más que a otros...
Proyectando así las cosas, usted puede hacer una lista de sus prioridades en relación con el aprecio y cariño, con las personas de su entorno y al mismo tiempo, plantearse la composición de las prioridades de cada una de las personas que lo rodean... Y si lo hace con sinceridad, descubrirá que para algunos, o incluso ninguno, usted es su prioridad más importante...
Por eso y desde hace bastantes años reorienté mis prioridades de la siguiente forma. Primero “mi salud” para poder cumplir con la segunda prioridad, “mi trabajo”, es decir la concentración en la realización de los proyectos bajo mi responsabilidad... Y en tercer lugar, “las personas” de mi entorno según nuestras relaciones emotivas...
Si me dicen que el planteamiento es egoísta y piensan que lo soy, les doy la razón. Sin embargo la reflexión sobre mis prioridades funciona así: si me encuentro muy bien de salud, puedo desempeñar en mi trabajo mis funciones profesionales a cabalidad y con esto gozar del aprecio de mis clientes y generar los ingresos para satisfacer las necesidades de la gente con quien convivo, incluidos Valentina y Panchito, dos perritos cariñosos que comparten la casa con nosotros...
Explicadas las razones de priorizar “mi” bienestar antes que el de la gente de mi entorno, sí se entiende que no es por egoísmo, sino para garantizar “su” bienestar. Y analizando la escala de sus prioridades me doy cuenta, que de sus pasteles, no es a mí que me toca la mayor parte...
Pero de eso se trata, que cada uno somos como un pastel que distribuimos nuestro aprecio y cariño de diferente forma entre la gente que apreciamos y nos aprecia... Mi recomendación, lo que yo hago en este caso: “disfruto al máximo de la parte que de su pastel, me ofrece cada uno”.
Si usted se atreve a realizar este ejercicio, también se sentirá como un pastel...
*Columnista de El Diario de Hoy
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