¿Se han fijado cómo últimamente nos hemos adentrado en la era de la política post-factual? Es decir, la poca vergüenza que existía en la clase política para lanzar diatribas fact-free se está terminando de a poquito. Y la descripción no se limita a los alaridos de nuestros lares, alcanza también a los países desarrollados. Es como si siguieran toditos el mismo manual. Quizás lo reparten en las convenciones secretas de corruptelos sin vergüenza, en las que la polarización no existe ni se distinguen banderas políticas. La cosa es que sin importar el idioma, el manual dicta las siguientes instrucciones:
1. Desacreditar a la prensa
El paso número uno del político sinvergüenza es, casi siempre, intentar desacreditar a la prensa y conectarla con intereses oscuros, acusar su subjetividad, negarle entrevistas, pintar a los periodistas como “malintencionados” o “irrespetuosos”. De esto pecan hasta los que en su pasado, osaron manchar el rol social del periodismo intentando disfrazar su oficio de locutores mediáticos como de periodistas. De serlo en realidad, no se empeñarían tanto en obstruir el rol del periodismo, que es buscar la verdad para el beneficio de la sociedad. Y uno de los mayores beneficios que puede recibir la sociedad es la limitación del poder y es eso lo que no les gusta a los sinvergüenzas. Por eso, al plantear el absolutismo imposible de que toda la prensa persigue una agenda de intereses privados oscuros, lo que buscan “matar su chucho a tiempo” (con el respeto debido a la reciente legislación salvadoreña que protege a los animalitos) para poder desacreditar los subsecuentes reportajes que puedan resultarles incómodos o difíciles de explicar.
2. Ignorar las reglas de la lógica común
Una de las falacias dentro de la lógica inductiva se llama la falacia de asociación. Un ejemplo de esta falacia lo vemos claro con los sinvergüenzas intentando usar los Panama Papers para sacar su rebanada política: por ejemplo, algunas offshore en Panamá se han usado para esconder delitos o lavar dinero. Zutano tiene offshores en Panamá. Zutano lava dinero. Quisiera pensar uno que es por ignorancia, pero en realidad es manipulación de la verdad, simple y llanamente. Es sinvergüenzada afirmar sin dejar espacio para la duda -- sin haberse revelado por completo todos los pormenores del contenido de la información filtrada -- que alguien ha cometido un delito por conectar la característica común “offshore en Panamá”. Nadie dejaría que un político se saliera con la suya con falacias de asociación como “ese evasor de impuestos le va al Real Madrid. Todos los madridistas son evasores de impuestos”, ¿por qué lo estamos permitiendo ahora?
3. Construir dragones con molinos
Así como el Quijote en su locura veía en los molinos, dragones, el sinvergüenza necesita la ayuda de la fantasía para crearse un contrincante. A veces el molino es real: para unos es “la oligarquía”. Para otros, “los sindicatos”. Para otros “las feministas”. Es la retórica del sinvergüenza lo que los convierte en dragones, con los que no merece establecerse un debate por su condición intrínseca de maldad. A los dragones intentarán culpar de cualquiera de los males a los que quieran oponerse con la retórica. Es fácil desenmascararlos pidiéndoles más datos: que señalen a particulares dentro del grupo, y presenten evidencia que los conecta con los males de los que los acusan. Al individualizar, con nombres, puede el pobre molino, contraargumentar y evidenciar la debilidad del sinvergüenza.
4. Ataques ad-hominem
La prensa no es el único blanco del sinvergüenza. También intentará sacudirse a columnistas, ciudadanos en las redes sociales, o a cualquiera que enterado de que “el emperador anda desnudo”, le haga burla. Ande con cuidado, que en vez de responderle con argumentos, es probable que hasta inocentes madres salgan vilipendiadas. Pero este también es el recurso del sinvergüenza desesperado, acorralado y sin argumentos. Cuando empiezan a recurrir a este, y se los señalamos, ganamos los que estamos del lado de la verdad.
*Lic. en derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University. Columnista de El Diario de Hoy
@crislopezg