¡Defendamos la pureza del matrimonio!

Aprendamos que las políticas públicas no son una asignación aleatoria de fondos o máquinas generadoras de votos y lealtad, sino una forma de proyectar las prioridades de un Estado.

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13 April 2016

No, estimado lector, no pretendo el día de hoy meterme al escabroso y fuertemente emocional tema de qué tipo de matrimonio debería reconocer nuestro estado, si solo aquel entre hombre y mujer (con el pintoresco y moralista apellido “así nacidos”) o si es momento de avanzar a la igualdad matrimonial. De eso ya se dijo demasiado, sin haber avanzado significativamente.

En cambio, este espacio está dedicado a hablar de las políticas públicas, donde también existe una idea de matrimonio que por algún tiempo hemos dejado de lado. El célebre economista de la Universidad de Chicago, Charles Wheelan, sostiene que la administración efectiva de los recursos públicos proviene del matrimonio entre los “wonks” y los “hacks”. 

Los primeros son aquellos primordialmente académicos, expertos en el manejo de los datos y la evidencia, capaces de formular propuestas que sean sostenibles en el tiempo. Estos dominan los aspectos racionales en la ejecución de fondos y tienden a diseñar políticas públicas que maximicen los resultados esperados y minimicen las consecuencias no intencionadas. Es decir, los cerebros detrás de cada decisión pública.

Tristemente, los “wonks” por sí solos no llegan muy lejos pues su enfoque racional no logra generar la empatía necesaria para que una política goce de legitimidad entre la ciudadanía. Por ello, Wheelan sostiene que es imperativo el matrimonio entre estos y los “hacks”, los estrategas de la comunicación política que pueden transformar una masa de datos en un producto de la administración pública amigable y comprensible para sus principales beneficiarios.

Lastimosamente, este matrimonio se ha degenerado a lo largo de la historia. La comunicación política se ha mantenido, pero esta ha sido desleal e infiel. Con el tiempo, se ha alejado de la sustancia, de los “wonks” y de la evidencia y se ha encontrado una nueva pareja: la abusiva política partidaria, menos rígida y exigente, más laxa, flexible y permisiva. Con una gran tendencia al uso desmesurado y abusivo de recursos escasos.

El diseño cuidadoso de políticas, su aplicación y la respectiva evaluación han dado paso a una caótica colusión entre quienes administran la cosa pública como si fuera su patrimonio personal y aquellos encargados de que esto luzca bien, con jingles apropiados, hermosos paisajes y una voz en off que transmita calma y esperanza mientras todo se está derrumbando por falta de sostenibilidad.

Este caótico matrimonio tiene al “hack” pensando constantes estrategias para justificar los desaciertos constantes de su nueva pareja, el político abusivo. En ocasiones, culpa a  quienes le critican de desestabilizar. También tiende a maquillar resultados. Induce de cuando en cuando una amnesia selectiva y hace creer que todos se equivocan, todos, menos su nuevo acompañante.

Afortunadamente, algo está sucediendo esta semana en El Salvador que rompe esta nociva unión nueva. La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) se encuentra esta semana en medio de su Foro Internacional de Análisis Político (FIAP), en el cual grandes titanes de la ciencia política de todo el mundo vienen al país a brindar un abordaje racional, científico y académico de aquellos fenómenos que nos hemos acostumbrado a ver desde una óptica más gregaria, tribal o partidaria.

Aprovechemos esta oportunidad para defender la pureza del matrimonio en las políticas públicas. Que el mensaje que traen estos renombrados académicos cale profundo en quienes ejecutan nuestro dinero. Aprendamos que las políticas públicas no son una asignación aleatoria de fondos o máquinas generadoras de votos y lealtad, sino una forma de proyectar las prioridades de un Estado. La Fundación ya hizo su trabajo, ahora le toca a la ciudadanía retomar estos temas e incrementar su nivel de exigencia para salir del estado primitivo de nuestras discusiones políticas.

Si este mensaje no nos cala, si no le damos seguimiento, seguiremos viendo los acertados aportes de los “wonks” perderse como gotas en el océano, mientras nuestros fondos son ejecutados sin un criterio más allá de “lo que nos haga quedar bien, cueste lo que cueste”. Todo por el desorden que se da en el hogar formado por quienes despilfarran y quienes los hacen ver siempre bien.
  

*Columnista de El Diario de Hoy.