Hace poco tuve la oportunidad de presenciar varias rondas de debates generados durante el VIII Certamen de Debate Intercolegial que ya se ha hecho tradición en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN).
Fueron decenas de estudiantes de diferentes instituciones los que se dieron cita para debatir temas relacionados con transparencia, tales como el derecho de acceso a información sobre la salud de nuestros gobernantes, al financiamiento de los partidos políticos, o a asuntos contenidos en correos electrónicos de funcionarios y servidores públicos. Temas de enorme importancia, de indiscutible actualidad y de sobrada trascendencia.
Reconozco que no pude mantenerme ajeno a las sensaciones que solamente un padre ha podido experimentar cuando ve a uno de sus hijos luchar y competir en una justa de cualquier índole. Lo que en ese momento aflora es indescriptible; ¡cómo dan ganas de estar a la par!
Pero desligándome de la experiencia personal vivida como resultado de la participación de mi hija, lo cierto es que el ejercicio realizado por ESEN va mucho más allá de una simple competencia intercolegial. Fue una verdadera lección para los protagonistas de los debates, para quienes fungieron como miembros de los tribunales calificadores y para quienes tuvimos la fortuna de presenciarles. Se trata de un ejercicio que debe ser repetido, que debe ser apoyado y que debe difundirse más ampliamente.
Las reflexiones que particularmente me generaron los enconados, pero respetuosos debates, y que estoy seguro muchos de los asistentes compartimos, fue resumida por mi colega, el abogado Julio Vargas, quien durante la clausura del evento dijo: “Vivimos tiempos turbulentos como sociedad y como nación, donde desafortunadamente no tenemos muchos buenos ejemplos de cómo se pueden discutir ideas, visiones diferentes de la realidad y del futuro que debería tener nuestro país. A diario nos encontramos con una constante confrontación y desacreditación de entre los que piensan distinto, irrespetándose mutualmente por el simple hecho de diferir en posturas; cerrados y cegados en sentirse dueños de la única y absoluta verdad. Lo que vemos periódicamente en medios escritos, televisivos, y redes sociales, son cualquier cosa, menos un verdadero debate.
Hablándole directamente a los estudiantes que habían participado en estas intensas jornadas, Julio atinadamente agregó: “Sin darse cuenta tal vez, han hecho un poco mejor a este país y nos han hecho darnos cuenta que sí se puede: discutir ideas con educación, altura y respeto, que si uno se prepara, se informa, lee y se sigue empapando de conocimiento, existe una mejor oportunidad para defender las posturas, en comparación a que si solo nos cerramos a dogmas ideológicos que no llevan a nada más que una confrontación estéril”.
Sin duda, excelentes reflexiones que nos hacen darnos cuenta del mal que hacemos a nuestra sociedad cuando no sabemos debatir, cuando no sabemos discutir nuestras ideas y cuando lo único que hacemos es tratar de imponer nuestras propias concepciones, muchas veces preconcebidas, a nuestros adversarios. Eso lo hacemos sin reparar ni un solo momento en lo que el otro pueda estar viendo o percibiendo diferente.
Dejando de lado los resultados del certamen, lo más destacable es que todos los estudiantes que participaron han aprendido que siempre hay una forma diferente de analizar la realidad y que esa diferencia no puede descalificarse apriorísticamente, porque es frecuente que la misma se encuentre soportada por datos e información que también merecen considerarse. Se han dado cuenta – y nos ayudaron a darnos cuenta– que no existen verdades absolutas y que, por lo tanto, siempre es imprescindible conocer a profundidad los sustentos en los que descansan las ideas contrarias.
Ojalá y este tipo de actividades se vuelvan cada vez más frecuentes en nuestro país; ojalá que puedan conocerse por muchas más personas; y ojalá, sobre todo, que algún día esto llegue a permear en nuestros gobernantes, en la clase política y en los tomadores de decisión en general.
No podemos pretender estar siempre de acuerdo, pero lo que sí podemos intentar es debatir con respeto, con tolerancia, con preparación, con empatía y con verdadero ánimo de encontrar soluciones a nuestros problemas.
*Colaborador de El Diario de Hoy @hsaenzm