Insaciabilidad crónica

En el diccionario zurdo, la palabra suficiente no existe; en todo caso la utilizan anteponiéndole el nunca –nunca es suficiente– al hablar de impuestos

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15 April 2016

Hace un tiempo, un político de izquierda declaró que si al gobierno no le alcanza el dinero, es porque alguien se lo roba. Esa proposición, que parece lógica y contundente, en boca de alguien siniestro, es decir de izquierda, es equívoca. La realidad es que a los socialistas, y a todos los que piensan que el Estado debe ser grande e intruso, nunca les alcanzan los fondos.

Constantemente quieren más y más, porque “necesitan” más y más. En su mentalidad, el Estado nunca hará lo suficiente por aliviar la pobreza, mejorar las condiciones de seguridad, garantizar el crecimiento económico, cuidar la sanidad y la educación públicas, etc. Es cuestión de principio. 

¿Le han contado la historia del ministro de hacienda -de izquierda-, que al revisar las políticas y metas de recaudación de impuestos, se dio por satisfecho? Nunca la va a oír. En el diccionario zurdo, la palabra suficiente no existe; en todo caso la utilizan anteponiéndole el nunca –nunca es suficiente– al hablar de impuestos. Están firmemente convencidos de que, como las necesidades sociales son enormes, por más dinero que se invierta en su solución, jamás se logrará resolverlas. 

De la misma manera, nunca van a escuchar a un socialista decir: sí, ya hemos resuelto tal o cual problema, o hemos disminuido los puestos de trabajo en tal ministerio, o hemos cerrado tal oficina gubernamental, o se han redistribuido los fondos para suplir tal escasez… Al contrario: para cada proyecto se crea una oficina, personal y recursos; para cada plan se contrata más gente, por cada necesidad se crean diez o doce más. 

Quienes gobiernan siguen ese libreto: en los últimos años han creado no menos de veinte nuevos impuestos y han recibido miles de millones de dólares en préstamos. Pero las cosas, no mejoran. De hecho, parecería que confunden administrar, con disponer de fondos.

Una política gubernamental de corte socialista tiende, necesariamente, a disminuir el número de personas que pagan impuestos, el promedio de dinero que cada una de ellas aporta al erario, a gravar fiscalmente a los que tienen más, y a disminuir la carga impositiva de la mayoría. Simultáneamente, tienden a aumentar en una proporción muy preocupante el número de beneficiarios de subsidios, salarios para empleados públicos, estudios y planificaciones, pago de intereses de los préstamos internacionales, etc. 

Con un poco que se piense, uno se plantea: ¿hasta cuándo y hasta cuánto una economía precaria puede soportar una política de manejo de recursos tan desastrosa, y que –además– por su misma naturaleza no tiende a terminar, sino a que el gobierno sea cada vez más y más voraz de fondos, préstamos, bonos, dinero de las pensiones, y todo aquello que esté a “su alcance”?

El sentido común dice que, simplemente no se puede continuar así por mucho tiempo. Y menos cuando las necesidades de efectivo para gasto corriente se empiezan a financiar con préstamos, el Estado contrae deuda para pagar deuda, y –para colmo de males- se trabaja solo en el plazo inmediato. 

Además, respecto a nuestro tema, hay un punto de fondo que raramente se considera: un gobierno suficientemente fuerte (al menos teóricamente) para remediar “todas” las necesidades sociales, se convierte, necesariamente, en un gobierno suficientemente capaz de quitar a los ciudadanos todos sus bienes… Incluyendo, o quizá principalmente, sus libertades ciudadanas. 

Por todo esto, como decíamos al principio, decir que el dinero alcanza si no se lo roban, viniendo de donde viene, es, claramente, demagogia. Un izquierdista nunca tiene suficiente, nunca se da por satisfecho, nunca cesará de aumentar impuestos y gastos, aun cuando se dé cuenta –y raramente lo hace, y si lo sabe no le importa–, de que está retorciéndole el pescuezo a la gallina de los huevos de oro. 

*Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayorare